Los cuatro pétalos que identifican el logo de Mujeres del Pacífico, y que representan las banderas de Chile, Perú, Colombia y México, se han multiplicado. Así de bondadosa ha sido su semilla. Esta empresa B que nació en 2013 con el propósito de fomentar el emprendimiento femenino, apoya hoy en día no solo a mujeres de todo el continente, sino además fuera de él.
“Este año Mujeres del Pacífico cumplirá 8 años trabajando con todas las mujeres de la región”, explica con entusiasmo Lucía León, Directora de Operaciones de Mujeres del Pacífico y directora de la Academia de Mujeres Emprendedoras en Chile (AWE). “En este tiempo hemos tratado de democratizar y de brindar cada vez más oportunidades a todas las mujeres para que puedan adquirir conocimientos y profesionalizar sus emprendimientos”, señala.
Mujeres del Pacífico nació en 2013 cuando siete mujeres chilenas hicieron un viaje, «una misión», a Silicon Valley. «A raíz de este viaje y dentro de lo que es el tema de la hermandad, ellas empezaron a pensar de qué manera podían hacer que más mujeres tuvieran esa oportunidad de conocer nuevos ecosistemas de innovación de emprendimiento«, cuenta Lucía.
La generación de alianzas
«Al ser una empresa B nosotros no recibimos donaciones», explica. «Somos una empresa porque creemos en el poder del mercado. Tenemos que ser autosostenibles y tenemos que poder llegarles a más mujeres que sin tener que depender de una donación. Todas las alianzas que hacemos son a través de organismos públicos y privados para poder desarrollar nuestros proyectos que son presenciales y virtuales».
De esta manera, Mujeres del Pacífico brinda capacitación en temas de gestión de negocios a las mujeres emprendedoras. En algunos casos también da financiamiento, pero este no proviene directamente de la organización.
La Academia para Mujeres Emprendedoras (AWE)
«Awe (Academy for Women Entrepreneurs) es una iniciativa que nació desde los Estados Unidos, con una meta muy ambiciosa en cuanto al empoderamiento económico de la mujer en todo el mundo», describe quien es actualmente su directora.
«En 2019 seleccionaron ciertos países para implementar la academia con recursos que vienen directamente desde el Departamento de Estado. En cada uno de estos países hicieron un llamado a organizaciones que trabajaban con mujeres emprendedoras. Nosotros como Mujeres del Pacífico postulamos y nos adjudicamos este fondo para trabajar con un grupo de 30 mujeres emprendedoras en Coquimbo. Nos fue tan bien que la Embajada de Estados Unidos, que es la que lidera la iniciativa dentro de Chile, nos pidió una propuesta para implementarla en el 2020″, dice. Así fue como surgió la oportunidad de replicar el programa en Antofagasta, La Araucanía, Santiago y en un grupo especial en Rapa Nui, que está en etapa de planeación.
Mujeres: lo social y lo ambiental
La Academia AWE es un programa de formación integral donde el centro es la emprendedora. Lucía explica su razón de ser. «Todos los días se crean miles de emprendimientos, pero muy pocos sobreviven a lo que se llama el Valle de la Muerte, ya sea por falta de formación, conocimientos o capacidades para gestionar un negocio. Los emprendimientos liderados por mujeres tienden a sobrevivir menos. Porque tradicionalmente las mujeres no nos formamos en áreas de negocio, sino en áreas de tipo social. En Mujeres del Pacífico buscamos cerrar esta brecha», comenta.
A Lucía León le causó curiosidad que durante la recepción de propuestas en La Araucanía el tema del impacto ambiental estaba muy presente. «Inicialmente habíamos pensado que como en La Araucanía el turismo es fundamental y es una de las actividades principales en cuanto a los emprendimientos femeninos, lo enfocaríamos en este sector. Sin embargo, cuando hablamos con el Centro de Negocios, que son los que conocen la realidad local, nos dijeron que aquí hay emprendedoras de todos los rubros. Cuando hacemos una convocatoria todas las emprendedoras son bienvenidas a que postulen, pero nos llamó la atención, y a mí en lo personal me pareció bien curioso, que había muchos emprendimientos con impacto ambiental, a través de sus procesos o del mismo producto. Eso no nos había pasado en otras regiones».
La comunidad AWE hacia el futuro
Tras los seis meses de convivencia, adquisición de conocimientos y práctica, las mujeres emprendedoras finalizan el programa. Para entonces se ha generado una comunidad de las propias emprendedoras. «Nosotros lo llamamos una Comunidad de Práctica, a través de la cual se genera y se comparte conocimiento para el desarrollo profesional y personal. Además, cuando se acabe el programa, Mujeres del Pacífico va a estar ahí para apoyarlas. Tal vez no de la manera tan intensa como cuando son parte del programa, sino cuando necesiten un apoyo puntual. Ahora hacen parte de la red de Mujeres del Pacífico y siempre van a estar en nuestra razón de ser«.
¿Qué se genera además? Esperamos que sus negocios sigan funcionando, nosotros hacemos una evaluación posterior -seis meses, un año después- para ver que efectivamente, la emprendedora aplique los conocimientos y habilidades que adquiere en la gestión del negocio.
Despertarse con esperanza
Lucía León narra brevemente su historia personal y cómo se involucró en la labor de Mujeres del Pacífico. «Soy ingeniera industrial. Mis inicios fueron trabajando en Colombia con emprendimientos de base tecnológica, algo opuesto a lo que es el emprendimiento en general liderado por mujeres. Eso me permitió conocer las necesidades y los miedos por los cuales pasan los emprendedores. Trabajé ahí siete años y debo admitir que nunca fui consciente de que hubiera una brecha entre hombres y mujeres. Viajé a Chile a hacer mi MBA y con el propósito de conocer su ecosistema de emprendimiento e innovación, que es un ejemplo para la región. Entonces surgió la oportunidad de ingresar a Mujeres del Pacífico y empecé a informarme de por qué es necesario hacer iniciativas solamente para las mujeres«.
Y continúa: «En Latinoamérica hay una desigualdad tremenda donde infortunadamente las mujeres la pasamos más difícil para llegar a altos cargos, hay temas salariales que muchas veces se pasan por alto. Me sorprendí y me dije tengo que hacer algo para lograr un cambio. Mi motivación es que ojalá algún día todas las mujeres puedan sentir que estamos a la par, que la cancha es pareja para ambos. Eso es lo que me motiva todos los días a levantarme y trabajar», finaliza.
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