Inicio Espectáculos El Conde… una sátira que desnuda la dictadura chilena

El Conde… una sátira que desnuda la dictadura chilena

Fotografía en blanco y negro de clave baja y minimalista

Con motivo de la premiación del Oscar y como ya es costumbre en Mujer de Sur, hablaremos un gran título que no logró alcanzar la codiciada estatuilla. El Conde, película chilena de Pablo Larraín que competía en el renglón de mejor fotografía. Las nominadas eran Oppenheimer de Christopher Nolan (ganadora). Pobres Criaturas de Yorgos Lanthimos, Maestro de Bradley Cooper y Asesino de la Luna de Martín Scorsese.

La fotografía del Conde

Tonos oscuros, predominio de las sombras caracterizan la clave baja

El Conde es la historia de un vampiro muy peculiar. Augusto Pinochet, el dictador chileno que simula su muerte y se enclaustra en los más profundo de la tierra austral; una sombría región del Sur de Chile (Magallanes). Recordándonos a películas de vampiros como Nosferatus, estrenada en 1922 o la famosa Drácula protagonizada por Bela Lugosi, toda la cita es en blanco y negro. Pero además de esto tenemos que muchas escenas son en la famosa clave baja. Predominan las zonas oscuras y las sombras. El blanco y negro tiene otras particularidades elimina distractores y concentra la atención del espectador. Pero además logra borrar el tiempo.

La nubosidad, la neblina, las aguas calmas del lago, se combinan y permiten lograr imágenes con una fotografía muy minimalista. Pero además nos encontramos con planos donde las luces tenues juegan un papel narrativo crucial. La fotografía es parte fundamental de la historia, no sólo en su conceptualización estética, sino como recurso dramático. La fotografía soporta la historia de El Conde.

También vemos unos magníficos planos generales, unas hermosas vistas de la ciudad de Santiago. Pero siempre vamos el halo de la oscuridad. De un vampiro y de un dictador y eso es quizás uno de los puntos más fuertes de la concepción fotográfica de El Conde. No hacen falta elaborados recursos, ni el uso de costosas técnicas gráficas para que la fotografía soporte de manera magistral la historia. Cargándola de la maldad que necesita, mientras hace múltiples guiños al cine clásico.

Un fino hilo narrativo

Carmen la monja que intenta salvar al Conde

La historia es contada por otra vampira; ¿quién más?, que la amiga de toda la vida de Augusto Pinochet, defensora en Londres del dictador cuando el juez español Baltazar Garzón, logró que lo apresaran. Margaret Thatcher termina siendo la misma madre del vampiro que va contando el pasado en la vida del dictador. Poco a poco van apareciendo otros personajes, igual de malvados. Un sirviente (también vampiro) que represente en algunas ocasiones a la misma milicia y en otras a los colaboradores del dictador. La esposa del dictador Lucía Hiriart tan malvada como el mismo vampiro, sus hijos unos saqueadores cuyo único interés es la repartición de la fortuna familiar y una monja que por una parte quiere investigar a la familia, por otra matar al vampiro pero salvando su alma inmortal.

La ironía está servida

En el Conde se asume la historia de una manera crítica y hasta cierto punto burlona. No hace hincapié en los crímenes, las torturas, los desaparecidos y tantos otros temas terribles de la dictadura. Los asume y los muestra, pero desde otra perspectiva, la de un vampiro y sus cómplices. Pinochet no se ve dolido por sus crímenes, ni por la tortura, lo hace si porque le digan corrupto. Le preocupa que no le rinden honores. Nuevamente son muchas las referencias a momentos históricos, a puntos de vistas, a conjeturas, en fin a mucho de lo que se ha dicho sobre ese período oscuro del Chile contemporáneo.

Todo es normalizado a través de la voz del observador. En este caso la monja (Carmen), quien contratada para encontrar toda la fortuna que heredarán los hijos del dictador los interroga uno a uno. Diálogos donde la ironía cobra fuerza. Pero no por irónicos o contradictorios, sino por absurdos. Los interrogados, ante los cuestionables hechos abordados por la película, esputan justificaciones sin sentido, que entre graciosas y alocadas, no son ajenas a los chilenos. Porque han sido dichas una y otra vez por los defensores del dictador.

En fin la película de Pedro Larraín es una obra sutil, donde la crítica, se confunde con el humor y la sátira. Todo esto ambientado en una fotografía muy conceptual. Una peli absolutamente recomendada.

Reparto

  • Jaime Vadell como Augusto Pinochet
  • Gloria Münchmeyer como Lucía Hiriart
  • Paula Luchsinger como Carmen
  • Alfredo Castro como Forydor Krassnoff
  • Stella Gonet como Margaret Thatcher
  • Catalina Guerra como Luciana Pinochet
  • Amparo Noguera como Mercedes Pinochet
  • Antonia Zegers como Jacinta Pinochet
  • Marcial Tagle como Aníbal Pinochet
  • Diego Muñoz como Manuel Pinochet
  • Clemente Rodríguez como Claude Pinochet

Para envíos de información escríbanos a: redaccion@mujerdelsur.com

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Salir de la versión móvil