¿Cómo resumir en unas mil o mil quinientas palabras que les gusta a Google la gran mujer que es Maritté Montesinos? Nos conocimos hace como 17 años cuando yo trabajaba en una estación de radio y ella era la directora de la Coral Manos Blancas de Carabobo.
Este era un hermoso proyecto de niños sordos que acompañaban las canciones con leguaje de señas y sus emblemáticos guantes blancos.
No se puede describir las emociones que despiertan ese tipo de acciones y cómo la música hermana por igual a los que oyen como a los que no que si perciben las vibraciones de los cantos y los instrumentos.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces y mucho también ha cambiado Venezuela y, tristemente para mal. La Coral Manos Blancas desapareció en 2018, pese a que Maritté le regaló un año tras su jubilación a este proyecto.
Pero, el costo de la gasolina, mantener un auto y la lejanía entre su casa y la sede de la coral impidieron la continuidad de este proyecto.
Maritté Montesinos hoy
Nos ponemos al día en un país que no es el de 2006. Esta docente especializada en Educación Especial egresada de la Universidad de Carabobo y música, cuatrista y cantante no ha cesado en su afán de comerse al mundo.
Estuvo un año en la Orquesta Mujeres Cuatristas de Venezuela. Ahora, Maritté tienen un día de 72 horas porque está en el Trío Voices, proyecto creado por la profesora Corelia Salvatierra y apoyado por la Alcaldía de San Diego, Carabobo (Venezuela), donde cantan y tocan música de los 80 y 90.
Están patrocinados por la alcaldía y su sede es la Casa de la Cultura Aldemaro Romero de San Diego.
Asimismo, dirige un bello proyecto llamado Parrandita Paula Berbesía que agrupa a 22 niños, niñas y adolescentes y que tiene como meta preservar y dar a conocer el acervo musical decembrino venezolano.
En el 2022, la agrupación obtuvo muchos logros gracias al apoyo de la Alcaldía de san Diego, la organización Multilingual Cultural Club y a su directiva Giovanna Montalti con sede en Dublín, la Universidad de Carabobo (UC), Pdvsa Gas de Las Quizanda en Carabobo que, gracias a que Maritté, se mueve, pide, busca y escribe cartas logra transporte, refrigerios y, por fin el uniforme.
Por supuesto, los padres de los niños hacen el aporte anual de llevarlos a clases, aprender a tocar un instrumento, cantar y manejarse en un escenario.
“Animamos las misas decembrinas de padre Benito Ramírez de la Iglesia de San Diego y fuimos de invitados a otros templos del municipio” (…) “es una actividad muy bonita” (…) “Le pudimos hacer una fiesta a los niños en la Base Naval de Puerto Cabello (Carabobo) el 22 de diciembre para cerrar la época de parrandas, aguinaldos y villancicos venezolanos”.
Con el proyecto de la Parrandita Paula Berbesía, Maritté es una muestra de cómo se puede compaginar la vida cultural en un país en quiebra y con una de las situaciones más catastróficas desde el punto de vista social y económico.
Obviamente, no lo hizo sola. Los niños y adolescentes son el motor y Carlos Jiménez, representante de la Alcaldía de San Diego, movieron el ingenio y lograron integrar al resto de colaboradores.
Esta es una tradición que une a la familia católica venezolana en lo que se conocen como las Misas de Gallo o Misas de Aguinaldos, que se hacen los días previos a Navidad para celebrar esta fecha, tan especial en el calendario religioso.
Pero, Maritté no se detiene allí. También canta en el Ensamble de la Alcaldía de San Diego Rock y Pop como proyecto personal. Es difícil explicar acá la voz celestial de esta docente, cuya paciencia y amor por los niños siempre me ha embelesado.
¿Y la educación especial en Venezuela?
Maritté Montesinos respira y trata de buscar las palabras “dulces” para describir el “panorama desalentador”.
Sentencia con ¿amargura, frustración, arrechera? “La educación especial en Venezuela está como toda la educación en el país. Tanto la primaria, el bachillerato y la universitaria están desamparadas.
La admiro por no perder la paciencia y mantener la calma para describir lo que nos hizo llorar a ambas: “la gente pobre no puede acceder a una educación de calidad”.
Sin embargo, los niños con alguna condición determinada que requieren a un docente en educación especial están más desamparados aún.
“De las 54 aulas de educación integral que había en Carabobo, ya no existe ninguna, son los centros privados los que disponen de psicólogos, neurólogos y docentes en educación especial para hacer diagnósticos y llevar el proceso educativo”.
La mayoría, gente pobre y sin recursos cae en una especie de “shock” por dos motivos. En primer lugar un posible diagnostico (impreciso por no poder pagar las pruebas y consultas) y en segundo lugar por no poder darle la atención que necesitan.
Cuando le pregunto ¿Qué le falta a la educación especial en Venezuela? responde con una sola palabra lapidaria: “Todo”.
En Carabobo había hasta 2018 (cuando Maritté se jubiló) 18 centros de educación especial públicos y gratuitos y 54 aulas integradas para niños con todo tipo de condiciones.
Hoy no existe ninguna. Si no es por el sector privado, son muy pocas las opciones. Destaca el Centro de Desarrollo Infantil de Naguanagua.
Esta institución de salud está dirigido por la profesora Juana Pastora Durán quien puede auxiliar a los padres para el diagnóstico y canalización cuando tienen un niño con alguna condición especial.
Falta actualización
Maritté Montesinos dedicó su vida en la administración pública venezolana a la docencia especial. Hoy, jubilada y lejos de las aulas públicas, cree que el mayor problema es el poco apoyo del Estado a los maestros.
Pero no se trata de la educación especial nada más. Los profesores de todos los niveles necesitan una homologación de sueldos a una economía dolarizada de facto sin que las políticas económicas gubernamentales los consideren.
Para explicar un poco el panorama a ti que me lees, el Bolívar es la moneda de curso legal establecida en la Constitución Bolivariana de Venezuela, pero carece de valor monetario por lo que todo (desde la comida a los servicios) se paga en dólares.
Lo más aberrante de esta situación es que el dólar fluctúa en un control de cambio gubernamental pautado por el Banco Central de Venezuela y un dólar “negro” o paralelo pautado por Dios sabe quién.
Dos veces al día este se incrementa a pasos agigantados. Para que se hagan una idea mejor. El 26 de diciembre (dos meses atrás contados a partir del justo momento en el que escribo) rondaba los 11 bolívares por dólar y hoy se cotiza en 25 bolívares por dólar.
En este contexto Maritté explica que los maestros no pueden trabajar porque, simplemente, nadie vive con 20 dólares al mes, ya que la canasta básica supera los 600 dólares.
Otro factor que afecta terriblemente a la docencia especial es la desactualización en leyes, derechos, recursos y centros educativos.
“Estamos atrás en comparación al resto del continente y al mundo. Por poner un ejemplo, aquí se sigue diciendo Síndrome de Asperger, cuando la denominación es Trastorno del Espectro Autista.
“Jamás lo maestros habían vivido una situación como la actual”
Desde hace varios meses, los maestros venezolanos han tomado la calle para protestar por sueldos que no llegan a los 20 dólares mensuales. Maritté es jubilada, pero dice con mucho énfasis: “hay que protestar, no hacerlo, no decir lo que pienso sería ser cómplice de la situación.
Así describe lo que pasa en Venezuela: “ni en los peores momentos del país, los maestros han sido tan pisoteados y humillados como hoy”.
Cree que debería haber no solo una paralización total de las labores docentes para despertar al país, sino que el resto de la sociedad tendría que apoyar a sus maestros.
“Yo no iría a trabajar” y… es lógico, solo pagar autobús requiere un presupuesto superior al sueldo que se percibe en un mes.
Sin embargo, no se puede dejar de reconocer los esfuerzos que el Gobierno Venezolano ha hecho de querer desplazar a los maestros formados académicamente por integrantes adoctrinados y sin estudios universitarios para sustituir a los docentes.
En muchos centros educativos públicos moran como zamuros (buitres) esperando que los maestros dejen de ir para apoderarse de esos cargos.
“Creo en la educación pública y gratuita, pero en estas condiciones el maestro muere de hambre, emigra, se dedica a otras cosas”.
No desestima el valor de algunos docentes, entre ellos los del liceo de su hija. La Unidad Educativa Hipólito Cisneros en el municipio San Diego, donde el director, los profesores, todo el personal y los padres o representantes hacen un enorme esfuerzo por mantener el instituto en pie.
Aunque también reconoce que la labor de este director y sus profesores no es el común denominador y destaca que el Liceo Hipólito Cisneros mantiene una planta física en buen estado y material didáctico.
“Esto no ocurre en la mayoría de centros educativos de Venezuela.”
Un sueño siempre vivo
Poner en esta entrevista la larga conversación con Maritté Montesinos deja fiera muchas emociones, sus rasgos y miradas al hablar, sus silencios (que a vecen dicen más que las palabras) sus tonos de voz.
Maritté Montesinos ha estado siempre rodeada de niños. Nunca para, con una paciencia y un amor que quisiera imitar siempre que manda un audio atrás suenan los muchachitos, las notas de los instrumentos, la risa…
¿Cuál es el sueño de Maritté Montesinos? : “Los niños” (…) “mi sueños son los niños. Que Dios me de fuerza y salud para enseñarle muchos años más”.
Quiere volver a la educación especial pública, pero no puede mientras el Estado no garantice sueldos acordes a la situación económica actual.
Por ahora trabaja en el Centro Diagnóstico Salvatore Muscarneri en la Avenida Lara con calle Uslar y agrega con un tono tan de ella “no sé si se puede decir, pero el punto de referencia es Cachapas Shaday”.
Las cachapas son un alimento típico venezolano hecho a partir de maíz dulce que se asa sobre una placa de metal y se come con queso, carne o cerdo frito.
El negocio en cuestión es famoso en Carabobo por sus platos y precios relativamente bajos.
Pero, Maritté Montesinos retoma el hilo tras la pausa comercial: ese sueño nunca puede morir, las risas, el aprendizaje, el intercambio con los niños es la alegría de la vida.
Así es ella, una de esas mujeres venezolanas que le ponen ganas a la vida y que muchas veces son invisibles, pero que cargan su pasión en todo lo que hacen.