En tiempos donde se habla tanto de los miedos, Marianela González prefiere enfocarse en la audacia. Conversadora nata, ama las historias personales y se sumerge en ellas para comprender, rescatar y aportar. Ciudadana del mundo, coach de mujeres emprendedoras y escritora, habla de sus propios procesos y de sus búsquedas.
Acostumbrada a hablar de negocios y sustentabilidad empresarial -en diferentes idiomas y ante escenarios diversos- a Marianela González lo que la maravilla realmente es la fortuna de contemplar y sentir la naturaleza.
Su regreso a Punta del Este, en Uruguay, le reafirma ese placer. Y desde ese espacio tan lleno de añoranzas de infancia y vivencias adolescentes, comparte esta entrevista que la lleva a reflexionar sobre la independencia de la mujer y su participación en espacios de toma de decisiones a nivel social, económico, medioambiental y político.
Marianela González trabajó durante 18 años como directora de cuentas corporativas y business developper para distintas empresas, en Uruguay, Chile, España, Australia, Suiza y Francia. Su vida tuvo episodios de cambio y transformación que le ampliaron su mirada. Así fue como viró su trabajo hacia espacios que le conectaron más consigo misma, su género, su país.
Inspirada en esto, en 2021 autopublicó el libro “Osadía. Uruguay tiene voz de mujer”. En 2022, consiguió el apoyo de una distribuidora y en diciembre salió al mercado con una nueva portada, en la cual se ven las fotografías de las nueve mujeres entrevistadas por Marianela González.
El arrojo como valor y paradigma
Las entrevistadas que el libro presenta son Adriana Olaza (activista por el bienestar animal, creadora del primer Cat Café en Uruguay), Beatriz Argimón (primera mujer electa vicepresidenta de Uruguay), Fernanda Guliak (economista, directora ejecutiva de Fundación ReachingU), Giselle Della Mea (experta en desing thinking y fundadora de 3Vectores, primera empresa B de Uruguay), Leticia Mato (acróbata y fundadora de la compañía CirComedia y CirOh!, mentora en Artista Emprendedor), Macarena Botta (cofundadora de Brava, agencia de talento femenino, oradora, docente y mentora), María Noel Riccetto (bailarina de ballet, ganadora del Prix Benois de la Dance, directora artística del Ballet Nacional Sodre y embajadora de Unicef Uruguay), Pamela Martínez (fundadora y directora de Espacio Ombijam, yoga y valores en cárceles) y Victoria Alonsopérez (ingeniera, inventora, líder global y fundadora y CEO de Chipsafer).
“Cuando empecé a escribir el libro quería mostrar referentes locales cuya historia fuera una inspiración para otras. Pero que también fueran accesibles (que es una característica que tenemos en Uruguay, es fácil llegar a cualquier persona). Y visibles, voluntaria o involuntariamente, a través de su trabajo. Todas con una manera distinta de liderar, lo que demuestra que no hay una sola forma de hacer un trabajo”, explica la autora
¿Cómo vivió el proceso de concebir el libro, de adentrarse al espacio de la escritura y la entrevista?
Soy una apasionada por la lectura. Es un amor que me transmitió mi madre (soy hija única). En invierno el libro era mi escape, pasaba mucho tiempo encerrada, leyendo sola. Armé mi propia biblioteca con biografías, poesía, narración, me gustaba todo.
Tenía cuadernos donde copiaba poemas y escribía mi propia poesía (que nunca le mostré a nadie). Lo seguí haciendo en la adolescencia y hasta el día de hoy. A veces cuando estoy triste escribo poesía y en momentos felices escribo reflexiones. Ayer apunté “Quiero, luego aprendo”, eso funciona para mí.
En París hice talleres literarios y al escribir “Osadía” me volví una enamorada de las entrevistas. Ahora digo que soy una entrevistadora porque me encanta saber el camino de alguien que admiro, quiero hacer millones de preguntas.
Igualmente, en su rol de coach, usted mantiene largas entrevistas con muchas mujeres, talentosas y con grandes propósitos ¿Es similar la experiencia?
La diferencia es que en la entrevista pregunto lo que quiero y tengo un hilo de preguntas (normalmente seis que repito). Después dejo que la conversación navegue sola. Como coach no tengo que controlar nada. El objetivo es soltar el control. Parto de una pregunta, pero dejo que se vaya dando el diálogo.
En algunas entrevistas se ha definido como una persona muy “del signo Virgo” (metódica, organizada, planificada). Por otra parte, su mensaje es “hay que abrirse a la rebeldía, al desafío”. Visto que estamos tan llenos de contradicciones ¿Cómo equilibrarse?
Yo fui educada para estudiar y luego aplicar lo que aprendí. La vida y las personas que he ido conociendo y que me inspiran, me han hecho darme cuenta de que en mí vale la acción de querer algo y luego aprender los medios para lograrlo.
Alcanzar una meta puede tomar mayor o menor tiempo. De ahí va la autenticidad. Esto lo quiero hacer, no sé por donde empezar, pero le pongo tanto corazón que voy a encontrar la manera. No será la mejor, pero así es como puedo hacerlo en este momento. Y por lo menos lo hice y logré un resultado.
A lo mejor no es lo que esperaba y eso es algo que también aprendí. La autenticidad va por el lado de que algo que haces te traiga cosas que no esperabas. Se van abriendo puertas y vas aceptando lo que llega con lo bueno y lo malo. Luego vas decantando y tomando oportunidades.
¿No resulta altamente riesgoso recomendar a alguien que sea auténtico, intuitivo, que se lance?
Si, es cierto. Eso es algo que yo tengo en mi naturaleza, debe haber un componente genético, seguro. Luego, hay un componente social y un aprendizaje de las cosas que nos van pasando y construyendo como personas. En mi caso yo soy así y sé que es difícil contagiar a otras personas. La única cosa que se me ocurre es demostrarlo con datos.
Otra manera que tengo de validar que vale la pena arriesgarse es a través de la experiencia de las entrevistadas que elegí para el libro. Todas ellas arriesgaron mucho y les fue bien. Un bien relativo, porque hubo altos y bajos. Pero los bajos les sirvieron para aprender y siguieron adelante, no se quedaron, siguieron con otra cosa.
A una de las entrevistadas del libro le pregunté sobre dejar algo para dedicarse a un emprendimiento o a una pasión. Y ella me dijo: “Bueno, hazlo de a poco. Explora. Resta una hora de sueño. Y si un día se transforma en algo más grande, haz el proyecto. ¡Pero hay que abrirse a la posibilidad de abrir puertas!”.
Usted aconseja preparase para los desafíos, aprender y formarse. También invita a no mirar siempre hacia afuera. Preguntarnos si somos felices o si esto o aquello nos funciona. ¿Cómo ha vivido su propio proceso en ese sentido?
Es difícil, todo lo que uno dice parece fácil, pero toma años. Por un lado, está la formación. Aprender sirve porque da herramientas, un lenguaje y una manera de relacionarte con las personas, desarrolla la empatía. Si tienes la oportunidad de ir a una universidad porque ese formato te gusta y te viene bien, genial. Pero también puedes aprender como autodidacta, hoy en día es igual de válido. Hay personas exitosas que no han terminado el colegio.
La otra cosa es conocerse a una misma, que hay un montón de maneras. De forma clásica, alternativa, leyendo libros, hablando con otras personas, es como un viaje de ida. En mi caso fue a través del coaching (yo había hecho terapia, pero no fue lo mismo). Obtuve autonomía, herramientas para entender que hay creencias que ya no te sirven y que quizás no son tuyas, que son heredadas. Hay que desaprender y aprender nuevas creencias.
Tampoco se trata de estudiarte todo el tiempo ni de ser un bulímico del aprendizaje. Hay que incorporarlo, vivirlo, sacarlo afuera. Ese equilibrio no es fácil. Otras personas me han ayudado a entender que si aprendo y no incorporo no sirve.
En el libro, una entrevistada le cuenta que inició su emprendimiento porque lo recibió durante una meditación. Eso nos lleva a hablar sobre la energía femenina ¿Cómo ve la relación entre el desarrollo de un negocio y la orientación mística o sensorial de una persona?
Yo no medito, no lo he logrado. Hago yoga y logro conectarme con la naturaleza (a veces me cuesta cortar y bajarlo a tierra). Pero soy consciente de que hay que pagar las cuentas. Si un negocio por más que sea un sueño no es rentable, no sirve. A menos que sea una ONG o un proyecto en paralelo. Pero para que un sueño se pueda sostener en el largo plazo e incorporar a otras personas, tiene que ser rentable. Siempre le digo a las mujeres: tienen que aprender a invertir y a hablar de negocios.
La voz es una palabra que está muy vinculada al libro: la voz de la mujer uruguaya. Usted viaja mucho, ha escuchado a muchas mujeres en el mundo ¿Cómo son las voces de las mujeres actualmente?
La veo muy distinta según el país y según el contexto social y político. Pero, gracias a la globalización, podemos darle voz a quienes no la tienen, como a las mujeres de Irán, dando visibilidad a su situación a través de las redes, el arte, las firmas conjuntas. Sin embargo, me da mucho miedo que -aunque la voz femenina sea cada vez más fuerte y poderosa en el mundo- nada esté asegurado. Por ejemplo, lo que vimos en EEUU, cambios en ciertas leyes que limitan los derechos de las mujeres ¡Y es un país del primer mundo!
Para terminar, hablemos de la desigualdad de género. En el libro una entrevistada expresa que no se trata de adaptarse a los escenarios masculinos, sino de transformarlos. ¿Cómo ha sido su experiencia?
Yo siempre trabajé con hombres y me acostumbré a escuchar bromas machistas y comentarios fuera de lugar. Al hacer el libro me di cuenta de que en aquel momento no tenía “lentes de género”. Muchos tampoco eran conscientes de que me podía afectar de una u otra manera.
Sin embargo, si alguien me falta el respeto o señala que no tengo las capacidades por ser mujer, yo soy de accionar rápido. Me ha pasado que me han echado de un trabajo por eso (risas). Mi consejo es ser lo más auténtica posible y dejar los prejuicios a un lado, que es difícil. No estar predispuesta ante un hombre de cierta edad o de ciertas maneras, porque todos son distintos y vienen de un lugar diferente.
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