Las redes sociales tienen dos caras. Una benévola que comunica, enlaza y genera empatía. Y otra que daña, perjudica y produce crisis de reputación. ¿Qué genera o facilita estas situaciones y cómo hacerles frente? Las experiencias de la comunicadora, actriz y entrenadora fitness, Mariale Jaimes, permiten reflexionar sobre situaciones límite para aceptarlas y manejarlas.
Trabajar con tu imagen de marca personal supone que a veces se te escape el timón de las manos. Las crisis de reputación son tempestades que surgen a partir de contenidos negativos que se difunden públicamente. A veces incluso en tus propias redes sociales. ¿Qué hacer cuando algunos usuarios pretenden influir en tu contra ante la opinión pública? A María Alejandra Jaimes (Mariale) le ocurrió. Estaba feliz porque la habían llamado para ser parte del staff de Santo y Seña, un espacio estelar del Canal 4 en la televisión uruguaya, pero tras su primera aparición surgieron en las redes comentarios misóginos y xenófobos que cuestionaban fuertemente su ingreso.
La comunicadora inició su carrera ante las cámaras cuando era muy joven, en Valencia, Venezuela. Su diáspora migratoria comenzó hace 12 años en España. En Madrid hizo un postgrado de Interpretación Audiovisual y Teatral. Y en Barcelona, una licenciatura en Artes Escénicas. Llegó a Montevideo en 2015 e inmediatamente se conectó con el mundo del teatro para trabajar como actriz y docente. Las puertas se abrieron en el Teatro de La Baraja, de Lucho Ramírez, y en la Escuela de Franklin Rodríguez. Su nombre estuvo en la cartelera del teatro El Tinglado, con la obra Mejor Sola, de José María Novo. Su amplia experiencia ante públicos exigentes la preparó para recibir críticas, duras o favorables, en relación con su trabajo. Pero, en esta ocasión, el feedback tenía otro matiz.
El pulso de las crisis de reputación
Mariale Jaimes es extrovertida, cercana y proyecta franqueza. Su sonrisa es permanente, incluso cuando relata episodios difíciles. Entonces hace una pausa y dice: “¿Viste?”, y sonríe. La conversación comienza con una anécdota sobre el alcance positivo de las redes. “En 2020 me contactaron por Facebook para hacerme una entrevista para Sábado Show, una revista de espectáculo. Querían saber de mí porque en ese momento tenía cuatro obras en la cartelera teatral. ¡Cuatro! Yo ni lo había asimilado. Me pidieron que hablara de mi trabajo y de lo que me gustaría hacer. Dije que siempre había querido entrar a un programa de televisión. Esa entrevista la vio el conductor de Santo y Seña, Ignacio Álvarez. Él quería cambiar el formato, hacer un late night show. Y quería que yo fuera a la calle a buscar opinión pública”.
Las redes del canal anunciaron su ingreso y grabó el primer programa. Inmediatamente surgió una avalancha de comentarios discriminatorios. “¡Fue una revolución!”, dice. «Preguntaban: ¿Por qué una venezolana está en un programa periodístico tan importante? Yo no tengo una posición política, apenas he vivido dos períodos presidenciales aquí (Tabaré y La Calle). Pero era tratada como la facha (fascista). ¡Dijeron que me habían traído de un prostíbulo! Preguntaban: ¿Por qué se viste así? (a mí me vestía el canal). ¿Por qué habla así, por qué sonríe tanto?”. Irónicamente, perfiles con títulos como “Vive y deja vivir”, eran parte de la campaña de descrédito. Nadie mencionaba su trabajo.
¿Responder o borrar?
Es una sorpresa darse cuenta del nivel de exposición y profundo desamparo cuando se atraviesa una crisis de reputación. Pese a que Mariale Jaimes trabajó en Venezuela en una unidad móvil de televisión, e hizo radio y modelaje; y en España trabajó en El Hormiguero, conducido por Pablo Motos (Antena 3), la consternó la situación. Tuvo la prudencia de hablarlo con su entorno cercano y encontró el apoyo adecuado para hacerle frente a los agravios. “Mi esposo me apoyó, también el canal, cuyo director es argentino y tiene mucha empatía. En el segundo programa me dieron la oportunidad de hablar, y llevaron a unos especialistas para que abordaran el tema. El cambio fue del cielo a la tierra”.
Pero no siempre hay que permanecer en el campo de batalla. Al trabajar una imagen de marca cada persona elige los canales más idóneos para comunicarse con sus aliados, clientes y amigos. Mariale Jaimes lo comprendió. “Yo cerré mi cuenta de Twitter. Mi nombre había sido tendencia tres semanas seguidas. Importaba más el vestido que usaba que los muchísimos temas realmente trascendentales para el país”.
Tú haces el contenido
Aunque la vorágine intente cambiar -o eliminar- el perfil de una persona, es importante ser fiel a la esencia. Eso hace valiosa y verdadera una imagen de marca personal. A veces a Mariale Jaimes le piden que ya no hable de Venezuela en las entrevistas. Le han escrito que deje de hacer arepas cuando es invitada a la televisión. Ella se ríe y sentencia: “Voy a seguir hablando de mi país, mostrándolo y diciendo que soy la venezolana”.
Pasada la crisis de reputación del 2020, ahora solo maneja su cuenta de Instagram. Ha aprendido a cuidar los claroscuros del contenido personal y a hacerles una curaduría previa. “Cuando voy a publicar algo personal se lo muestro a mi esposo y estudio su reacción. Una vez publiqué un post sobre mi sobrina y esperé atenta los comentarios, estaba a la expectativa”. Sus publicaciones sobre acondicionamiento físico, nutrición y amor por las mascotas, ocupan la mayor parte.
¿Quiere descansar de las cámaras? ¡Jamás! Ahora prepara la segunda temporada de su programa «Un Café con Mariale”, en Youtube. “Por la banalidad de la exposición se nos olvida o no somos conscientes, de la trascendencia que tiene lo que decimos ante las cámaras. Yo quiero proyectar la cartelera cultural del país. Entrevistar a figuras públicas que digan cómo llegaron a ser lo que son. Qué obstáculos saltaron. Para que la gente vea que no todo es color de rosa para ese que ve en televisión. Para se frene a la hora de ofenderlo en una red social”.
Para conocer más a Mariale Jaimes síguela en su Instagram @marialejaimesok y en su canal de YouTube Un café con Mariale.