La tecnología permite que desde la distancia las voces se escuchen y los rostros se vean. Conversamos, reímos y aprendemos desde pantallas y redes. Pero, en cambio, perdemos la conexión entre los tiempos. El pasado se difumina, las tradiciones se mezclan, la cultura empieza a perder resonancia. Hay gente que se interesa por no perder los vasos comunicantes. Como Carmen Rodríguez, quien relata las tradiciones y la cultura de la cocina venezolana. Su más reciente trabajo aborda la interesante gastronomía funeraria.
En el momento de más dolor, los entierros y las despedidas de seres queridos, la cultura se manifiesta a sus anchas. A veces esos ritos y ceremonias atraviesan siglos y revelan modos de vida. Otras desaparecen en la memoria indolente. Es lo que trata de impedir Carmen Rodríguez, una recolectora de anécdotas culinarias. Recientemente le atrajo el tema de la gastronomía funeraria y sobre este tema habla en su reciente video El Plato del Día.
¿Existió el arroz parado? Según Carmen Rodríguez sí. Era precisamente el arroz que se preparaba en Venezuela para alimentar a los asistentes al entierro. Se comía de pie, porque a solían acudir muchas personas y las sillas no alcanzaban. Aunque como las horas se alargaban hasta el amanecer, muchos dolientes y acompañantes preferían tomarse la “sopa de velorio”. Un caldo caliente y ligero especialmente cocinado para la ocasión.
Los funerales de los niños
Las preparaciones y recetas de los entierros variaban cuando se despedía a un niño. Carmen Rodríguez recurre a la literatura para recrear detalles curiosos. Cuenta que en la gastronomía funeraria resaltaba un plato único, heredado de la colonia: las hallacas. Las mujeres de la casa elaboraban el guiso para colocarlo sobre una masa de maíz extendida en una hoja de plátano. Envolvían la preparación y la ataban con pabilo. Luego a la olla y de allí al fogón. Probablemente usaban un agua especial para cocinarlas. El agua caliente con el que previamente se ha lavado el cuerpo del niño muerto.
Carmen cuenta que así lo supone Carlos, el protagonista de la novela Peonía, de Manuel Vicente Romero García. El personaje presume que se le otorga un gran valor, casi sagrado, al agua con el que se limpia al “angelito”. Otro escritor que refiere la costumbre es Aquiles Nazoa, en su compendio de cuentos Caracas física y espiritual.
Cocinar, reír y conocer
Carmen Rodríguez es experta en crecimiento de marcas y se enfoca en apoyar a cocineros y gastroemprendedores a llegar a sus públicos. También es una ávida lectora que hila fino en el plano de las anécdotas.
Son escasas las voces conocedoras, amenas y profundas como la suya. Si quieres conocerla más sigue su perfil en IG @soycarmenrodriguez . Mira también su piloto El Plato del Día sobre la gastronomía funeraria, con el cual concursa para el Podcasts de @elpatiocontentstudio Si te gusta vota y apóyala. Será maravilloso tener a una contadora de historias que trae al presente los viejos asuntos del fogón.
Buen tema, es oportuno mantener la divulgación de nuestra tradiciones y costumbre, lo cual forma parte de nuestro patrimonio cultural; excelente narrativa en el vídeo. Felicitaciones Carmen Rodríguez
Excelente tema para reconstruir procesos gástronomicos
Maravilloso ?