«Ese jueves al anochecer me subí al tren» es la segunda novela de Astrid Gil-Casares. En ella, su protagonista -Lena- vivencia su transformación como emprendedora en medio de temores como el síndrome del Nido Vacío y la menopausia.
Por: Verónica Pidal. La escritora madrileña Astrid Gil-Casares es muy admirada por una gran legión de lectoras. Emprendedora y creadora integral, estudió economía y marketing, trabajó en la Banca de Inversión -en París y Londres- y dejó todo para casarse y tener a sus tres hijas. Tras su divorcio, escribir le permitió adentrarse no solo al sentimiento femenino, propio y al de su linaje, sino en los estigmas sociales que existen en torno a la mujer.
Curiosa e inteligente, también se ha atrevido con la actuación.
En esta entrevistada especial para Mujer del Sur habla sobre su proceso como escritora, cómo ha sido la creación de sus personajes, los contextos que enfrentan y la fuerza que han encontrado al confrontar sus sentimientos y situaciones individuales.
¿Escribes tu obra a partir de una temática determinada?
He escrito un guion y dos novelas. Más que temática determinada sí te diría que al escribir el guion no pensaba en alguien en particular sino en esa audiencia que estaría en la sala de cine.
En cambio, mis dos novelas las he escrito como un diálogo personal con otra mujer de más de 45 años. En ambas hablo de temas que están relacionados con nosotras. (La primera novela de Astrid Gil-Casares se titula “Nadie me contó”).
Mi segunda novela, «Ese jueves al anochecer me subí al tren«, aborda el nido vacío, la menopausia, la idea de cambiar de vida cuando teóricamente entras en ese período que históricamente estaba relacionado con el ocaso.
Y las dos novelas tienen una historia de amor como hilo conductor.
¿El amor es el gran tema de la obra de Astrid Gil-Casares y de ahí se desprende todo lo demás?
En mis dos libros el amor está muy presente. Esas relaciones que surgen y que generan sentimientos muy intensos en las dos protagonistas hacen que tanto Gaelle como Lena se cuestionen creencias, miedos, inseguridades, ideas heredadas de la infancia.
El amor las remueve y eso conlleva cambios.
Pero en ambas historias, la decisión de cambiar de vida no viene motivada por el amor, sino que este surge como consecuencia de una elección tomada anteriormente.
¿Quién se subió al tren aquel jueves al anochecer?
Todas las lectoras y… quizás algún lector.
Subir a un tren, ¿puede cambiar el rumbo de una vida?
Absolutamente. Pero también puede ocurrir que te subas a un tren y que, a medio camino, te des cuenta de que tienes que bajarte en una parada que no habías imaginado, ni vislumbrado, ni deseado.
Y, eventualmente, el destino quizás te hará subir a otro tren tampoco imaginado, ni vislumbrado, aunque quizás deseado.
No solo hay un tren en la vida… a veces hay más de uno y a veces hay uno solo, pero luego hay ese coche que te para haciendo autostop y te deja en un maletas preparadas.
Astrid Gil-Casares y la lectura
Y la literatura, ¿cambia en algo la realidad de la escritora, de la lectora?
La literatura, como lectora y en mi caso, cambia, hace y deshace todo. Me transforma, me enseña, me amansa y me excita, me lleva y me devuelve, me endurece y me conmueve.
Me hace soñar, añorar, desear y… poseer.
En cambio, todavía tengo que entender qué me da la escritura. Es una pregunta que me hago a menudo ¿por qué escribir?
¿Te gusta que te definan como «la escritora que cuenta historias de mujeres»?
Sinceramente no sabía que me definiesen así, pero, si es el caso, te aseguro que me siento tremendamente agradecida.
Si te interesa leer más sobre Astrid Gil-Casares sigue su perfil de Instagram @astridgilcasares