Inicio Actualidad San Valentín: El amor, el secreto, la ley y la culpa

San Valentín: El amor, el secreto, la ley y la culpa

Fotografía de Henry Cartier Bresson

Para mostrarte dónde está tu deseo basta prohibírtelo un poco… desea que esté allí a su lado, pero dejándolo un poco libre, ausentándome a veces, pero quedándome cerca: es preciso por un lado que esté presente como prohibido. Roland Barthes

Todo amor surge de lo clandestino, comenzó siendo un anhelo en el corazón de alguien. El flechazo de cupido que a veces puede ser errático o incluso confuso. Luego y de entrar en juego la fortuna aparece lo prohibido, aquello que se reserva a lo íntimo. De ahí como todo lo que se define en el campo de lo social aparece la ley. La barrera entre lo permitido y lo aceptado por todos. Con la ley surge la culpa y este ciclo se reinicia una y otra vez.

El amor vive en lo simbólico

El amor discurre en el campo de lo simbólico y todo lo que ocurre en ese campo está regulado por leyes y convenciones tanto culturales como sociales. Tal cual y como dice Facundo Cabral “… la pucha con la moral que es cuestión de geografía, lo que en Francia está normal, está muy mal en la China”. Y así tal cual es; ese beso apasionado a orillas del río Sena, en China jamás lo habríamos visto. Para los chinos el acto de besarse es algo sumamente íntimo.

Son esos elementos simbólicos que delimitan lo prohibido, una fuente inagotable para el deseo y el a amor. Los seres humanos necesitamos para vivir en sociedad los límites de lo prohibido y lo permitido. Pero todo lo prohibido se vuelve tentador, acercarse al límite resulta para muchos una fuente de excitación. El amor tiene mucho de esa fuerza inspiradora que bordea siempre lo imposible.

La culpa también entra en juego

Desear lo prohibido va de la mano de la culpa. Insistir en algo que está más allá de los límites se considera una falta. El oscuro goce estará siempre sometido a la mirada inquisidora del otro, al juicio social. De hecho, el enamorado se convierte de inmediato en un posible acusado. Deberá contar su historia, exhibir sus dones, mostrar sus intenciones si desea pasar de lo prohibido a lo permitido. Este acusado de amor no busca en primer momento una aceptación social, va más allá quiere conquistar el deseo del otro.

El enamorado asume que desea algo prohibido. Se asume culpable de querer cometer una falta junto a otra persona. La otra persona escucha los alegatos del acusado y asume su rol de juez. De esa interacción surgen dos posibilidades el enamorado es condenado al desamor del rechazo, o en el mejor de los casos la pareja comienza a transitar el camino de lo permitido. Luego el mismo juicio se hará una y otra vez a medida que la pareja requiera de la aceptación de alguien socialmente aceptable para ellos.

La pasión por lo prohibido

Este sistema que entrelaza al amor con lo clandestino, la ley y la culpa tiene varios niveles, e incluso puede llegar a involucrar temas sociales. Plenamente aceptado cuando son personas jóvenes las que comenzaron el ciclo, o son personas solteras. Todo lo demás que abarca uniones peculiares, como las que surgen en el marco de la infidelidad, la homosexualidad, los fetichismos, etc., tendrán un alto nivel de cuestionamiento social. E incluso normativas y aspectos legales que van más allá de la simple crítica social.

Un ejemplo de este tipo de situaciones podemos verlo en la famosa película de 1992, (Damage) donde Jeremy Irons en el papel de un hombre casado se enamora de la novia de su hijo. Mientras más fuerte es la sensación de la prohibición, más fuerte será la pasión que rodea ese amor. Más fuerte será también la culpa. Quizás por eso hoy día en una sociedad hiperestimulada vemos como las relaciones con más adrenalina son las preferidas por muchos.

 

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