Evelyn Rivas y Carlos Cuesta Arenas elaboran orfebrería mapuche tradicional y contemporánea en su Taller Rayen Quitral. Con tal calidad que su trabajo se proyecta más allá de su comunidad, el Nag Mapu de Viña del Mar. Actualmente ostentan el Sello Artesanía Indígena, que entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en colaboración con el Programa de Artesanía de la Universidad Católica.
Unidos desde muy jóvenes, Evelyn Rivas y Carlos Cuesta Arenas comparten su amor por la orfebrería mapuche. Él es artesano desde los 14 años y ella aprendió el oficio a su lado. “La abuela de mi señora se llama Elsa Quitral Espinoza. Tenía una hermana llamada María Georgina Quitral Espinoza, más conocida por su nombre artístico Rayen Quitran (Flor de Fuego)”, cuenta Carlos. “El nombre de nuestro taller es en honor a esa tía abuela de Evelyn. Fue una cantante lírica mapuche muy famosa, de Iloca, una aldea costera en la Región del Maule”.
El trabajo de esta pareja es muy apreciado por la calidad de las piezas tradicionales mapuches. Pero, además ambos diseñan y elaboran joyas de inspiración propia, con un estilo más innovador. “Tenemos una línea que reproduce la artesanía mapuche y otra que es de orfebrería contemporánea. En la primera solo usamos plata o alpaca. Cada diseño tiene un nombre junto con una simbología que es parte de la cosmovisión del pueblo mapuche. La segunda es creación propia, trabajamos con las piedras y diferentes metales (cobre, plata, alpaca, plata con oro, alambres)”.
Orfebrería mapuche: originaria y vital
Del Taller Rayen Quitral salen joyas como chawai (aros) y trapelakucha (aguja prendedora). Las joyas grandes y de mayor valor suelen ser adquiridas por mujeres mapuches, como la ñaña y las lamien. Sin embargo, la orfebrería mapuche gusta cada vez a más gente. “Esto es porque entienden y le tienen apego a la cultura originaria”, observa Carlos.
Una característica de la orfebrería mapuche es que hay mucha variedad de diseños y que estos tienen muchos detalles. “Las trapelacuchas por ejemplo llevan colgadas pequeñas piezas como flores (copihues y otras), pillanes (figuras antropomorfas) o chapitas. Uno va dibujando, siguiendo la línea original y antigua, como una reproducción. Luego pegamos en el metal los diseños, cortamos y pulimos. Es un trabajo de mucha lija, de sacar brillo, de lavar. Es bien delicado y no es rápido. Pero sí satisfactorio para nosotros que nos encanta hacer nuestra pega”.
Piezas femeninas y utilitarias
Otra singularidad de las joyas mapuches es el uso de la técnica del biselado o martillado. “Usamos herramientas pequeñitas para concretar los diseños. Es todo un proceso de diseño también, porque cada golpe tiene una representación. Hay formas de luna, flores, etc. Cada dibujo va teniendo un significado. Es un proceso lento, delicado, se trabaja mucho con buril que es un pinzón que permite dibujar sobre el metal”, explica Carlos.
El tema de los diseños es profundo y suele regirse por la visión del universo. “Tenemos el kultrun que representa todo lo que es la cosmovisión mapuche. Simboliza los cuatro elementos y también tiene que ver con las cuatro culturas originarias mapuches (pehuenches, huilliches, lafkenches y pikunches). Tiene todo un tema relacionado con el sol, la luna, las estrellas, la salida y las puestas del sol, las aves… todo está simbolizado en las piezas”, indica.
Otra característica de la orfebrería mapuche es que las joyas son casi exclusivamente para las mujeres. “Para ellos no hay mucha joyería. Más que nada utilizaban riendas, espuelas, bombillas para tomar mate. Ese tipo de cosas eran relacionadas con el metal para el hombre. Pero muchas joyas representan la dualidad entre lo masculino y lo femenino”.
La historia de un retrafe
Evelyn Rivas nació en Valparaíso. Su abuela viajó hasta allí para trabajar y con el tiempo tuvo su familia. Pero les hablaba poco de su pasado. “Ella no contaba mucho por el tema de la discriminación, pero sabemos que descendía de los pueblos originarios del sur”, cuenta Carlos, quien, en cambio, no tiene ancestros mapuches.
“Antes de conocer a Evelyn siempre fui apegado a la cultura mapuche, no me identificaba como mapuche, pero me gustaba mucho. Cuando nos casamos renuncié a ser chileno y me adherí a la cultura mapuche. Siendo cónyuge de la persona uno puede acreditarse como indígena dentro de su Ley. Y me siento tan mapuche como cualquier peñi que se roce conmigo”, dice.
Ambos tienen un hijo de 28 años que es baterista egresado de la Escuela Superior de Jazz en Santiago. “Lo perdimos un poquito en lo que es el oficio, pero igual sabe”, dice Carlos. “Aprendió orfebrería, pero su mundo es la música. Así que aquí en el taller somos dos, no más. Y ya tenemos una trayectoria de más de 30 años trabajando”. Durante ese tiempo no solo han conservado los diseños originales mapuches. También han dado un importante aporte a la joyería mapuche contemporánea. “Estamos en el siglo XXI y como mapuches urbanos tenemos la capacidad de crear y añadir diseños nuevos. Y esos aportes también son permitidos dentro de la joyería mapuche”, finaliza.
Para conocer más sobre el trabajo de Evelyn y Carlos orfebres del Taller Rayen Quitral síguelos en su Instagran.
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