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Nadia Yáñez: una grafitera con máquina de coser

“Yo partí haciendo aplicaciones en sombreros, como dándole más onda al invierno, porque en el sur los sombreros son negros y grises, les bordaba aves y ponía cadenas estilo hip hop. Luego incorporé la técnica al vestuario, eso me lo piden todavía, pero dejé de hacerlo porque tenía que ir a las ferias con una mochila muy grande. Cuando viví en Valparaíso incorporé los parches bordados, que sirven para tapar una mancha o una perforación, o mejorar la imagen de una prenda cuando cambia la estación. Eso va acompañado de un concepto de reciclaje y sustentabilidad, de la posibilidad de no comprar tanta ropa”.

En el sur de Chile llueve mucho. Ansiosa por pintar, pero imposibilitada por el clima, Nadia Yáñez encontró una forma de desarrollar su arte dentro de casa. Fue hace siete años y era invierno. Sacó la máquina de coser de su familia y comenzó a dibujar en hilo. Hoy desarrolla Eney Arte Textil, un emprendimiento inspirado en el arte ecológico.

Dicen que antes las mujeres nacían con un dedal en el dedo. Coser era un oficio de casa y de género. La necesidad de emanciparse y borrar la sumisión femenina hizo a un lado la máquina de coser, pero el interés ha regresado. Nadia Yáñez da cuenta de eso porque ella misma, que se paseó por el hip hop y el arte urbano, reinventa su trabajo a través de las puntadas y los hilos. Hoy maneja el emprendimiento Eney Arte Textil desde donde pone en práctica el oficio de bordar en máquina de coser.

Peregrina, Nadia Yáñez levanta fácilmente el vuelo para investigar y desarrollar su trabajo. Actualmente está en México para conocer las técnicas de bordado en máquina de coser que dominan las mujeres indígenas. “Vine a aprender y estar solo un tiempo. Contacté a un grupo de mujeres de Chiapas que me van a enseñar otras técnicas de bordado con máquina de coser. En Quintana Roo también me esperan mujeres muy contentas porque no pueden creer que alguien se interese en aprender lo que ellas hacen. En la península de Yucatán hay unos museos textiles con varias técnicas de bordado de máquina que quiero conocer”.

El arte de dibujar con hilo

Entre las técnicas de ilustración textil, la más escondida tal vez sea la del bordado en máquina de coser. Nadia Yáñez dice que hay muy poca información histórica, pero que ha logrado saber que la técnica nació en Irlanda y más tarde se desarrolló en Londres, donde actualmente se considera para el diseño de vestuario y la alta costura. La introducción en América se hizo a través de la colonización y se perpetuó con la artesanía, en trabajos que contenían colores, símbolos y mensajes propios.

La velocidad y la oportunidad de hacer nuevas texturas en las labores textiles fueron fundamentales para su acogida. ¿Pero, por qué ir a México a encontrarse con el oficio? “En Chile se hizo en algún momento porque varias de mis alumnas mencionan que su abuela lo hacía o que lo vieron en algún momento en su casa. Pero nunca aprendieron o nunca se le dio mayor valor. Lo que pasa es que la máquina de coser es una herramienta que llegó a las casas como sustento de la familia y quizás trae recuerdos de pobreza o sufrimiento. Volver al oficio es lo que estamos rescatando ahora”.

“Por parte de mi mamá hay muchos pintores, pero nunca vendían sus piezas, eran artesanos. Mi abuela pintaba el mantel, el paño de cocina y cosía crochet. Todas las fundas de los sillones los hacía con su máquina de coser. Mi mamá igual es muy creativa con el bordado. Mi papá es tallador, le gusta mucho la madera. Desde siempre tuve la influencia de los colores, la pintura, la necesidad de restaurar y darle una segunda vida a las cosas”.

La grafitera ambientalista

“Conocí el bordado sola, con un poco de investigación y ganas de hacer algo diferente. Mi punto de partida fue el grafiti y la ilustración. Ahora -con una nueva técnica- mantengo mis temas principales que son la conexión de la mujer con la naturaleza”. “Soy de Temuco, pero ahí es donde tengo menos murales”, cuenta entre risas y describe brevemente su historia como grafitera. “Tengo más grafitis en Santiago, Valparaíso y Concepción. Con la pintura viajé harto. A Brasil en dos ocasiones con mi colectivo Krazis Crew y a Argentina con mis amigas Anís y Juana Pérez”.

La naturaleza inspira a Nadia Yáñez desde la infancia. “Crecí al lado de un monumento natural que es el cerro Ñielol, donde por un lado está protegido, pero por el otro está todo talado. Siempre reforestan con pinos y se han perdido las hierbas medicinales. Yo digo que para cuidar la naturaleza no tienes que prohibir. Veo avisos de No botar basura, No cortar los árboles, ya nos prohíben tanto que considero que es más efectivo dar a conocer la fauna, las plantas nativas, el reino fungi. Porque a través del conocimiento es como nos llega la necesidad de proteger”.

El empoderamiento textil

Eney Arte Textil recibe alumnos que no solo aprenden una forma de expresar su creatividad, sino que también se abren a la posibilidad de generar una actividad económica. “Este es un oficio asequible. Casi el 70% de los hogares tiene una máquina de coser, y si no, pueden invertir en ella porque es una herramienta económica. Casi todas mis alumnas tienen máquinas de coser que pertenecieron a sus mamás”.

¿Hacia dónde quiere ir Eney Arte Textil? Nadia lo explica: “En países como Perú hay cooperativas de mujeres artesanas que sustentan todo un pueblo o una comunidad. ¿Por qué no hacer eso en Chile? Parto desde hacer talleres y digo Si le enseño a 20 personas y ellas le enseñan mínimo a una más, quizás de esas 40 personas a 20 les interesa mucho y lo siguen expandiendo. Así lograremos crear un nuevo oficio que ayude a proyectar la identidad y desarrolle la economía local. También puede generar turismo a través de seguir bordando el entorno de la naturaleza local. Entonces, es como un proyecto que va muy hacia arriba, pero voy en esta etapa de expansión primero. Porque existen muchas tejedoras, pero bordadoras de máquinas hay pocas”.

Actualmente los talleres de Eney son online, una ventaja que trajo la pandemia. Eso le ha permitido formar a mujeres -y hombres- de diferentes partes del mundo. “Tengo alumnas que son diseñadoras de vestuario, modistas, chicas que vienes desde otras corrientes ajenas a la máquina de coser como ilustradoras, orfebres y joyeras, o que trabajan en la encuadernación. Todas quieren complementar su técnica. Yo les digo que el bordado en máquina de coser es una artesanía urbana, porque tiene la velocidad de la máquina y una parte artesana que es totalmente manual”.

“El proceso del bordado en máquina de coser es muy bonito. Yo extiendo las telas y comienzo a dibujar, como en un muro. Contorneo las alas y con el hilo voy sacando los detalles, elijo los colores y hago plumas, plumas, plumas… Se requieren muchas horas de concentración, pulso y precisión. Me imagino es como hacer mandalas allá en el Tibet”.

Conoce más sobre el trabajo de Nadia Yáñez a través de su cuenta de Instagram @eney.arte.textil

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