La ciencia ha demostrado que meditar produce cambios en el cerebro. Esto influye positivamente en el corazón, el intestino y la respiración. Los cambios son reales, sólidos y fundamentales en la salud física y emocional. Estudios de universidades prestigiosas del mundo confirman esto y que además meditar aumenta la inteligencia emocional.
Ramón y Cajal ganador del Premio Nobel en Medicina en 1906 dijo que “podemos ser escultores de nuestro propio cerebro”. Hoy la neurociencia constata que existe una buena técnica para lograrlo, y afirma que meditar mejora la salud a través de una comunicación cerebro-cuerpo. Los beneficios de esta fluida relación conllevan a beneficios no solo físicos sino también emocionales: meditar aumenta la salud emocional.
Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia y colaboradora de la app de meditación Petit BamBou, lo explica. “En realidad tenemos siete sentidos y no cinco. El primero es la interocepción, es decir, la información que va desde los órganos al cerebro. El segundo es la propiocepción, que es la información de nuestra postura corporal, después vienen los 5 sentidos que todos ya conocemos. El cerebro está muy influenciado por el intestino y todas las bacterias que viven en él, por los latidos del corazón o por la manera en la que respiramos. El intestino regula el estado de ánimo, el corazón la percepción y la respiración la atención y la memoria”, agrega.
Meditar aumenta la inteligencia emocional
Los centros de investigación más prestigiosos del mundo estudian cómo la observación de uno mismo y el control de la atención son capaces de esculpir el cerebro. Pero este conocimiento no es algo nuevo. En 1973 la Universidad de Harvard empezó a investigar qué pasa en el cerebro de las personas que meditan, y la respuesta es que algunas zonas se hacen más gruesas y otras se reducen.
La Universidad de Birmingham demostró que la parte frontal del cerebro, la más importante para la gestión del comportamiento, está más activa en la gente que practica meditación. La Universidad de Texas constató que meditar aumenta la corteza cingulada, el área que convierte lo inconsciente en consciente y que refuerza la toma de decisiones, y reduce una red cerebral que se activa cuando se está distraído y sin vivir el momento presente, una de las mayores fuentes de frustración.
¿Entonces meditar aumenta la salud emocional? De acuerdo con las Universidades de Munich y Harvard, la respuesta es sí. Esto se debe a una reducción de la amígdala, un núcleo cerebral implicado en la ansiedad, el miedo y el descontrol emocional.
Comenzar los cambios
Es concluyente que meditar aumenta la salud emocional pero cómo iniciarse en la práctica. Para los más impacientes, hay buenas noticias. La Universidad de Texas demostró que a los 5 días de empezar a meditar ya se producen cambios en el cerebro. Y que a las 8 semanas esos cambios son robustos. Las últimas investigaciones aseguran que no hace falta ser un monje o pasarse el día meditando. Basta media hora al día para lograr estar en bienestar.
Además, muchas investigaciones avalan que bailar y adquirir una buena postura son complementos perfectos. Varios científicos han dicho que al encorvar el cuerpo se tiene peor memoria y se provoca una fijación más fuerte hacía lo negativo. Porque una postura tensa afecta al sistema endocrino e induce más estrés y agresividad. Y si se habla de la danza, está es considerada una de las mejores formas de conexión cuerpo y mente. Bailar ayuda a la mente a organizarse mejor, favorece el aprendizaje y protege de la demencia.