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La crisis climática aumenta el hambre de manera exponencial

Las comunidades vulnerables, una gran mayoría de las cuales dependen de la agricultura, la pesca y la ganadería, son las que menos contribuyen a la crisis climática, pero se llevan la peor parte de los choques climáticos porque tienen recursos limitados para mitigar sus impactos.

Fenómenos climáticos imprevistos como huracanes, lluvias, sequías, no solo asolan zonas habitadas sino que afecta miles de hectáreas de cultivos y produce cambios en los ciclos naturales. Esto agrava la tensa situación alimentaria de decenas de miles de familias. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) pidió a los líderes mundiales que en la COP 26 “reconozcan el estrecho vínculo que hay entre el hambre y la crisis climática».

El mundo se enfrenta a un aumento exponencial del hambre debido a la crisis climática. Esto, a menos que se tomen con urgencia acciones globales de adaptación a los choques y tensiones climáticas. Así lo advirtió el Programa Mundial de Alimentos  de las Naciones Unidas (PMA) ante el Día Mundial de la Alimentación, el pasado sábado 16 de octubre.

David Beasley, director ejecutivo del PMA, dijo que “el mundo no está preparado para un aumento sin precedentes del hambre, que veremos si no invertimos en programas que ayuden a las comunidades vulnerables a adaptarse y hacerse resilientes a nuestro clima cambiante”.

El Día Mundial de la Alimentación, destinado a concientizar sobre el problema alimentario, el hambre y la pobreza, se celebra desde 1979 cada 16 de octubre para conmemorar la fundación en esa fecha de 1945 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

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Por su parte, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, recordó que “unos 3000 millones de personas, 40 por ciento de la humanidad, no pueden permitirse actualmente una dieta saludable”.

El hambre creció desde que se desató la pandemia covid-19 a comienzos de 2020 y al despuntar 2021 la padecían al menos 811 millones de personas, según el PMA.

“El mundo no está preparado para un aumento sin precedentes del hambre, que veremos si no invertimos en programas que ayuden a las comunidades vulnerables a adaptarse y hacerse resilientes a nuestro clima cambiante”.

David Beasley

Paradoja Obesidad Vs Hambre

Mientras el hambre, la subalimentación y la obesidad van en aumento, “la forma de producir, consumir y desperdiciar la comida supone una pesada carga para el planeta y genera una presión histórica sobre nuestros recursos naturales, nuestro clima y nuestro medio natural”, dijo Guterres.

Qu Dongyu, director general de la FAO, recordó que el mundo produce suficientes alimentos para todos, pero deja de aprovechar una tercera parte, pues se pierde 14 por ciento en la producción, transporte y almacenamiento, y se desperdicia otro 17 por ciento entre el expendio y el consumo final en expendios, hogares y restaurantes.

También el papa católico Francisco dijo que “observamos una verdadera paradoja: por un lado, más de 3000 millones de personas no tienen acceso a una dieta nutritiva, mientras que, por otro, casi 2 000 millones padecen sobrepeso u obesidad debido a una alimentación deficiente y una vida sedentaria”.

Beasley insistió en la vinculación de la crisis alimentaria con la crisis climática pues “grandes extensiones del planeta, desde Madagascar hasta Honduras y Bangladesh, están sumidas en una crisis climática que es ya una realidad cotidiana para millones de personas y está fomentando una crisis alimentaria”.

El PMA destaca que las comunidades vulnerables, una gran mayoría de las cuales dependen de la agricultura, la pesca y la ganadería, son las que menos contribuyen a la crisis climática, pero se llevan la peor parte de los choques climáticos porque tienen recursos limitados para mitigar sus impactos.

Como ejemplo, en noviembre de 2020 los huracanes Eta e Iota destruyeron más de 200 000 hectáreas de alimentos básicos y cultivos comerciales en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y más de 10 000 hectáreas de cultivos de café en Honduras y Nicaragua. Los huracanes fueron la gota que colmó el vaso para muchas familias en América Central llevaban años lidiando con los efectos de sequías prolongadas.

“No podemos evitar que un huracán o una sequía azote a un país y arrase con los cultivos y otros medios de vida de las comunidades más pobres”, dijo Lola Castro, directora regional del PMA, “pero sí podemos apoyarlas para mitigar el impacto de estos desastres cada vez más frecuentes y destructivos”.

Con la consigna “Mejor producción, mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor”, el PMA pidió a los líderes mundiales que en la COP 26 “reconozcan el estrecho vínculo que hay entre el hambre y la crisis climática”.

La 26 Conferencia de las Partes (197 países) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26), se reunirá en noviembre en Glasgow, Reino Unido.

Fuente: Inter Press Service IPS Agencia de Noticias

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