Mónica Gallo Giancola
Fanny Barbera cree que Venezuela vive momentos difíciles. Es un cliché, un lugar común, algo que se repite todos los días y, sin embargo, algo tan cierto como retórico. En medio del caos general, cada quien lleva su propia cruz y cuota de caos. En estos diversos contextos nace la necesidad de crear respuestas adecuadas a cada realidad en el micro y macro cosmos que es nuestro día a día.
Sí, ya sé que estoy hablando mucha paja antes de comenzar la entrevista a Fanny Barbera y debo hacer una confesión porque, quienes me leen, saben que soy demasiado sincera. No me entusiasmaba mucho entrevistar a alguien que se mueve en la vida política venezolana. Lo confieso. Pero, Fanny es diferente y ¿por qué me cautivó? Porque tiene 4 gatos y es defensora de los animales y quien hace esto tiene una alta cuota de probabilidad de ser buena persona.
Pero, como Adolf Hitler era también amante de los animales, he aprendido que esto no lo es todo. Por eso cautamente, me preocupé por saber más de ella y aquí está la grata sorpresa. También es enfermera con un doctorado en cuidados humanos por lo que la sombra que el tipejo del bigotito quedó a un lado. Vamos a descubrir a una persona fascinante sin motes de lugares comunes.
Ayudar al otro como primer paso
Siempre he pensado que una persona no puede ayudar a otra si antes no se cuida a sí misma. Fanny ha hecho de su vida eso: ayudar a los demás a través de su propio camino. Es una venezolana como millones que se educó en escuelas y liceos públicos de una Venezuela en las que estas instituciones estaban dotadas y tenían dcentes que podían vivir de sus sueldos.
En estos planteles aprendió “valorar a la familia y a profesar la fe católica, gracias a la presencia de los Salesianos”. Además, está convencida de que esta educación sentó las bases para lo que es hoy: “me enseñaron a amar a mi país y luego fui a la Universidad de Carabobo”. En su alma mater obtuvo el título de Licencia en Enfermería.
Pero, no solo se quedó con la parte laboran porque, en 1991, se convirtió en docente y siguió estudiando. Obtuve postgrados en docencia universitaria, salud reproductiva, salud del adolescente y un doctorado en Cuidado Humano.
Seamos sinceros. Eso de cuidado humano nos indica más o menos el camino, pero no muchos (y me incluyo) teníamos idea de qué se estudia allí. Pues resulta que Fanny es especialista en enfermería para la educación, la investigación y el uso de investigaciones en el campo para crear políticas públicas que solucionen problemas. Eso es exactamente lo que hace un doctor en Cuidado Humano.
La Universidad es una isla
No es secreto para nadie que la educación universitaria venezolana ha perdido su brillo y esplendor de tiempos pasados. Fanny entró a la UC en 1984 y en más de 4 décadas el panorama es, como mucho, diferente: “la Universidad del 2025 es muy diferente algunos espacios físicos han mejorado, pero no se ha logrado la actualización tecnológica. Funciona como una isla, desvinculada de los problemas de la sociedad, limitada a la docencia, mostrando una gerencia ineficaz, un liderazgo agotado y un bajo impacto académico”.
Sí, este párrafo dibuja la realidad no solo de la Universidad de Carabobo, sino del resto de universidades de Venezuela y la misma Fanny nos dice el motivo: “el esfuerzo de formar y graduar profesionales, resulta insuficiente si no va acompañado de la producción científica y de una destacable labor de extensión, ya que se aparta de su razón de ser: la producción y el intercambio del conocimiento”.
Obviamente, todo esto se ha dado en la escena educativa de investigación y de contacto con el mundo real por la deficiencia presupuestaria que enfrenta todo el sistema público en Venezuela. Pero, ¿qué hacer? Fanny Barbera también tiene su propuesta.
Habermas le mostró el camino a Fanny Barbera
Como buena docente y académica, Fanny Barbera fundamenta su propuesta en el conocimiento constructivista y en el saber para buscar soluciones. En este casi voltea hacia el legado de Jürgen Habermas y sus teorías filosóficas de (si se quiere y por la época) de la segunda generación de la Escuela de Fráncfort.
Que ¿cómo se come eso de este lado del charco con el sol caribeño? Pues esta enfermera que hoy se involucra en la esfera política venezolana cree que “cada persona tiene un rol a cumplir en el proceso de recuperación de Venezuela” y no divorcia la realidad política de la social.
Al contrario, considera que “los cambios atienden a una dinámica social y comunicacional” en cuyos ámbitos ha habido, “tradicionalmente actores participantes en el diagnóstico de los problemas de los diferentes sectores” que deben ser la base real y fiable de datos con los cuales comenzar a trabajar con los pies puestos en la tierra para lograr objetivos a corto, mediano y largo plazo.
En otras palabras y dicho en criollo: antes de solucionar un problema en Venezuela no basta solo identificarlo como que no hay agua, no hay luz, el suministro de gas es errático, los hospitales y escuelas no tiene personal, suministros ni infraestructuras, sino que hay que conocer cada caso en detalle, ver lo rescatable y lo que no y trazar “directrices desde la experticia” previa.
Lo que planeta esta docente de la UC es que personas normales en cada comunidad “académicos, políticos y/o miembros de ONG” hagan sus aportes para construir “la concientización social” y a partir de allí “quienes ejercen liderazgo atiendan estén llamados para activar el debate ciudadano sobre las diversas problemáticas”.
Se trata de que cada pieza del constructo de su proyecto de país tiene que cumplir su rol y los líderes deben “asumir el protagonismo en la promoción de la participación ciudadana, integrando a la sociedad en el proceso de recuperación de nuestro país” y no como grupúsculos aislados de la realidad.
¿Esto se puede materializar?
En este punto debo aceptar que soy atorrante y que las palabras ya me tienen un poco cansada como a todos los venezolanos, pero Fanny me da una cachetada al ego y tengo que darle un punto a su favor: no está hablando paja y tiene un proyecto que se llama Humanizar y en el que se fundamente todo el trabajo fase a fase y con una estructura real, materializable y plausible que no se queda en tuitear o postear deseos que no preñan:
Ella lo denomina “una iniciativa ciudadana que pretende contribuir al cambio social impulsando la dignidad humana”. En este proyecto se busca “construir una política regulatoria y distributiva” de los problemas del país para desarrollar “estrategias para escuchar las necesidades de las personas y sus ideas para mejoramiento” para ello se fundamentan en crear y difundir “propuestas factibles, creativas e innovadoras”.
Todo esto se encuentra en fase de proyecto, pero Fanny Barbera nos permite acceder a la estructura de su ONG:

El secreto está en la estructura
¿Cómo lograr que este plan se dé en una Venezuela polarizada y en el que las redes sociales a veces desinforman más de lo que informan? Ella no titubea y dice: “Este plan reconoce que la actualidad venezolana es propicia para la acción ciudadana (…) es tiempo de la participación innovada, adaptada a las tendencias comunicacionales y al contexto nacional y local”.
Se decanta por “una plataforma de participación ciudadana virtual, apoyada en las redes sociales y centrada en temas impersonales, de amplia convergencia, pues luego de tres décadas de diatribas, es momento de buscar lo que nos une”.
Lo que ella sueña es que cada persona y su “experiencia fortalezcan el proceso de reconstrucción de Venezuela. El proyecto basa su lógica en, la participación, la organización y la comunicación ciudadana, elementos básicos de la democracia”.
Más allá
Pero, va más allá y “pretende superar la limitación de la unidad política, ofreciendo la unidad en la temática”. Esto significa que las personas y líderes se aglutinen en temas específicos que nos afectan como ciudadanos venezolanos y nos mantengan en una pausa sana de las diatribas políticas e ideológica.
La idea es mirar hacia un asunto, hacer una evaluación y centrar la acción hacia el mejoramiento. En sus palabras, se trata de “escucharnos y valorarnos” con miras a la “transformación del país y, a su vez, desafiando la práctica de los partidos políticos tradicionales de presentar en cada proceso electoral un plan de gobierno no consultado y sin base ciudadana”.
¿Y el miedo?
Fanny Barbera no deja fuera de la ecuación la desconfianza y la inactividad de los ciudadanos en el país. Comprende que hay motivos para temer y tampoco vacila al enfatizar que “es entendible el miedo a la represalia y su efecto paralizante” por lo que siente que “es pertinente resaltar que, en eso consiste el liderazgo, en tomar la batuta e iniciar caminos, en la superación del miedo, haciendo posible el alcance de los proyectos, aunado a la visión de equipo, al seguimiento de un plan, a la disponibilidad de recursos y al uso de tácticas de protección y seguridad”.
No deja la realidad a un lado y es consciente de que “el activismo ciudadano debe ejercerse con seguridad, exigiendo la adaptación continua a las señales de riesgos y aceptando las circunstancias que nos toca vivir” al “esperar tiempos mejores”.
Los animales… siempre los animales
Quienes me conocen saben que rescato perros y gatos desde antes de saber leer y escribir. Eso me gustó de Fanny: ama a los animales. No puedo modificar ni una sola letra de lo que dijo y pido excusas por no intervenir el texto de manera periodística, pero cuando le pregunté sobre los derechos animales en un país en el que cada espacio y aspecto merece cuidado y atención me dijo esto:
“Por formación profesional, fe y valores familiares he adoptado el humanismo como filosofía de vida, sus principios tienen cabida en todas las corrientes del pensamiento, menos en el autoritarismo (…). En los humanistas no existe la posibilidad de pensar en una nueva Venezuela sin las debidas consideraciones ambientales. La fauna, la flora, el agua, el aire, la tierra y todos los recursos naturales son parte del ecosistema y es nuestra responsabilidad humana brindarles cuidados, tener como prioridad a los grupos vulnerables, no significa excluir del presupuesto público, ni familiar a los animales ni al ambiente. Es importante emprender la búsqueda de opciones para su atención y, si no existen, tenemos la posibilidad de crear y proponer alternativas, de eso se trata la participación ciudadana”.
Cuando una docente y líder cambia las o por las y es de mi agrado. No son los niños o los ancianos o los animales o los pensionados o los trabajadores, sin que, en su proyecto dice los niños y los ancianos y los animales y los pensionados y los trabajadores vale la pena prestarle atención. Aquí les dejo esto para la reflexión.