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En el Día de la Arepa: Así lleva Hassell Echeverri el sabor zuliano al sur de Chile

Las arepas son parte de los “ricos” venezolanos que ofrece Hassell Echeverri Páez en Q’Rikoson. Y las suyas son muy especiales. Porque la joven contadora que nació en Zulia -una zona petrolera conocida por su comida extravagante- incluye en su menú arepas que no se consiguen en cualquier. En el Día de la Arepa comparte cómo puso en la mesa de los chilenos arepas como la Tumbarrancho, Cabimera, Agüita de sapo y las Morochas.

El Día de la Arepa es un abreboca a historias como las de Hassell Echeverri Páez. Ella y su esposo Jimmy Sandrea se destacan por la sazón y la alegría. En un país que ha comenzado a reconocer los sabores venezolanos ambos le ponen un nivel superior de atrevimiento: regionalizan su menú. La carta de Q’Rikoson casi necesita traducción: ofrece moñongos, tequeñongos, pepitos y arepas con nombres que incluso para algunos venezolanos resultan curiosos.

“La idea nació en una reunión familiar en 2019. Nos planteamos qué podíamos cocinar para vender y salió la propuesta de hacer empanadas fritas como las que en Venezuela llamamos pastelitos. Su masa aquí se conoce y el relleno tiene sabor venezolano. En ese momento comprar la harina de trigo era más accesible que comprar harina de maíz para hacer la empanada venezolana. Y como aquí usan la expresión “un rico” para comer en la once, tomamos la frase para el emprendimiento: Q’Rikoson”.

El sabor de la solidaridad

Hassell y Jimmy llegaron a Temuco solos, sus hijos de 6 y 13 años se quedaron en Venezuela con los padres de ella. Pasado un año pudieron reencontrarse. La mamá se vino en avión por su condición de salud (padece diabetes) y su padre Luis Echeverri -quien ahora asume la parte logística y administrativa de Q’Rikoson– viajó por tierra junto a los nietos. Como los niños no habían logrado obtener sus pasaportes pese a los múltiples trámites de sus padres, entraron a Chile en calidad de refugiados.

“Nos reuníamos en la Iglesia evangélica Safemi, que ayudó y ayuda muchísimo a los venezolanos. Comenzamos a organizarnos como comunidad y allí se abrió la feria de emprendedores. La primera vez fui con unos dulcitos, pero no soy buena para hacer dulces y no me fue muy bien”, cuenta Hassell. Ella es contadora y en Venezuela era asesora de créditos hipotecarios, y su esposo trabajaba en refrigeración. Y aunque nunca habían vendido comida confiaron en su sazón y tomaron en cuenta el gusto de los chilenos por las empanadas.

“Yo sabía trabajar la masa de harina de trigo, pero no era especialista y todavía no tenía la laminadora. Apostamos por las empanadas con relleno venezolano y el sabor del guiso gustó mucho. Conseguimos la aprobación del mercado y me puse a mejorar la masa. Vendíamos los fines de semana, a domicilio y solo a la comunidad venezolana, por los grupos de whatsapp”.

El producto de Hassell gustaba tanto que una cafetería administraba por un venezolano empezó a comprárselos para ofrecerlos en el local: ¡Pastelitos venezolanos del tamaño de las empanadas chilenas, eran una novedad! Además, postuló y ganó un Fondo de Solidaridad e Inversión Social (Fosis), con el que compró su primer Visicoolers (refrigeradora exhibidora), un mesón y una aplanadora. “Ya tenía la freidora”, rememora feliz.

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Morder el desafío

Este año 2021 se cumple una de las metas de Hassell y Jimmy que era abrir un local. La inauguración fue un día antes del Día de la Arepa, una fecha que se celebra a nivel mundial cada segundo sábado de septiembre, desde 2012. A ambos les parece increíble este logro, porque su sueño casi se viene abajo a partir de la crisis que surgió tras los acontecimientos de octubre de 2019.

“Cuando Q’Rikoson se proyectaba como negocio llegó el despertar”, recuerda Hassel. “Con el estallido social la cosa se puso dura y asumir un emprendimiento que inicia era difícil. Así que busqué trabajo y en noviembre administraba una fábrica de puertas en Labranza. En diciembre comenzamos a vender sopa los domingos, abrimos un espacio en mi casa con sillas, mesa, musiquita y la gente se quedaba conversando. Pero en 2020 la cosa se puso más apretada. Comenzó la pandemia y mi esposo se quedó sin trabajo. Una amiga muy querida me motivó a sacar otra vez Q’Rikoson ¿Lo vas a dejar morir?, me preguntó”.

Fue tras ese nuevo episodio que entró en el menú la harina de maíz. Con Jimmy como encargado sumaron al menú las empanadas venezolanas. Todo se vendía por docenas. “Las promociones era atractivas y familias como la mía, de seis o siete personas, se beneficiaban con los precios”, dice. Todo iban tan bien que sumó al menú dos platos más, ambos zulianos por excelencia: los moñongos y los tequeñongos, unos tequeños de 10 centímetros rellenos con jamón, queso y tajadas de plátano amarillo, los primeros, y con un adicional de carne o pollo mechado, los segundos. Pero entonces, Hassell perdió su trabajo.

Un día de la arepa

Era noviembre de 2020 y la fábrica que administraba se había incendiado en cuestión de minutos. “No quedó nada ¡Fue terrible! Muchos empleados eran venezolanos y perdimos nuestra fuente de trabajo. En ese momento yo estaba haciendo un programa de SernamEG (Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género) y proyectaba el crecimiento de Q’Rikoson. Así que me dije: Este es el momento, tenemos los clientes y vamos con todo». Entonces volvió a ampliar el menú, incluyó el patacón y a la protagonista del Día de la Arepa en diversas versiones: las Morochas, la Cabimera, la Tumbarrancho y la Agüita de sapo. «Las elaboro con harina Pan, para que queden bien crujientes», puntualiza. En enero la seleccionaron en Mujeres del Pacífico para el programa Dreambuilder, y la llamaron del Programa Jefas de Hogar. «Todo me señalaba: “¡Ya! Abócate a lo tuyo”, exclama.

Lo que comenzó como una venta al mes en una feria de emprendedores migrantes, a donde iban con una cavita y mil ilusiones, se había transformado en un proyecto de vida. En el camino personas como Yudith Machado y Mili Rodríguez –“las grandes amigas que me regaló la migración»- la acompañaron y motivaron. Quiero consolidar esto y sumar más gente al equipo. Ya compramos una moto para el delivery y abrimos un primer local (justo para celebrar el Día de la Arepa). Pero en cinco años quiero, además de conservar este punto, abrir mi restaurant en Pablo Neruda”, dice esperanzada.

Y hay otro sueño: “Quisiera tener una fábrica de pastelitos, distribuir mi línea de productos congelados en las cafeterías y locales del centro. Que la gente lea: “Aquí se distribuye Q’Rikoson”, dice con su marcado y alegre acento zuliano. Mientras tanto, sus comensales siguen viendo cómo se agranda el menú: hamburguesas, pepitos y pronto, pollos a la brasa y cachapas con queso de mano.

Conoce más sobre el menú de Q’Rikoson a través de su whatsapp +56977846838 y sus redes sociales FB @qrikoson – IG @qrikosoncl O visítalos en su local ubicado en la Av. Manuel Recabarren 02285, Temuco, La Araucanía.

Para envíos de información escríbanos a: redaccion@mujerdelsur.com

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