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Cómo reconocer los problemas de salud mental del adolescente

Para tratar los problemas de salud mental de los adolescentes es clave evitar la institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar los enfoques no farmacológicos y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos.

La adolescencia es una etapa que comprende entre los 10 y 19 años de edad. Los múltiples cambios físicos, emocionales y sociales que se dan en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, el abuso o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental. ¿Cómo acompañarlos y protegerlos? La Organización Mundial de la Salud ofrece la siguiente guía.

Promover el bienestar psicológico de los adolescentes y protegerlos de experiencias adversas y factores de riesgo que puedan afectar a su capacidad para desarrollar todo su potencial es esencial tanto para su bienestar durante la adolescencia como para su salud física y mental en la edad adulta. Investigaciones recientes arrojan datos alarmantes en relación con los problemas de salud mental, como los siguientes:

  • Una de cada seis personas con problemas de salud mental tiene entre 10 y 19 años de edad.
  • Los trastornos mentales representan el 16% de la carga mundial de enfermedades y lesiones en las personas de edades comprendidas entre 10 y 19 años.
  • La mitad de los trastornos mentales comienzan a los 14 años o antes, pero en la mayoría de los casos no se detectan ni se tratan.
  • La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial.
  • El suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.
  • No abordar los trastornos mentales de los adolescentes tiene consecuencias que se extienden hasta la edad adulta, y que afectan tanto a la salud física como a la mental y limitan las oportunidades de llevar una vida adulta satisfactoria.

El entorno de los adolescentes

Los factores que determinan la salud mental del adolescente en cada momento son múltiples. Cuantos más sean los factores de riesgo a los que están expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos que puedan tener para su salud mental. Algunos factores que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia son el deseo de una mayor autonomía, la presión para amoldarse a los compañeros, la exploración de la identidad sexual y un mayor acceso y uso de la tecnología.

La influencia de los medios de comunicación y la imposición de normas de género pueden exacerbar la discrepancia entre la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o aspiraciones de cara al futuro. Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia (en particular los malos tratos y la intimidación) y los problemas socioeconómicos constituyen riesgos reconocidos para la salud mental. Los niños y los adolescentes son especialmente vulnerables a la violencia sexual, que tiene claros efectos perjudiciales sobre la salud mental.

Algunos adolescentes corren mayor riesgo de padecer trastornos de salud mental a causa de sus condiciones de vida o de situaciones de estigmatización, discriminación, exclusión, o falta de acceso a servicios y apoyo de calidad.

¿Quiénes son los adolescentes más vulnerables? Quienes viven en lugares donde hay inestabilidad o se presta ayuda humanitaria; los que padecen enfermedades crónicas, trastornos del espectro autista, discapacidad intelectual u otras afecciones neurológicas; las embarazadas y los padres adolescentes o en matrimonios precoces y/o forzados; los huérfanos y los que forman parte de minorías de perfil étnico o sexual, o de otros grupos discriminados.

Por otra parte, los adolescentes con problemas de salud mental son particularmente vulnerables a la exclusión social, la discriminación, la estigmatización (que afecta a la disposición para buscar ayuda), las dificultades educativas, los comportamientos de riesgo, la mala salud física y las violaciones de los derechos humanos.

Trastornos emocionales

Además de la depresión o la ansiedad, los adolescentes con trastornos emocionales también pueden experimentar reacciones excesivas de irritabilidad, frustración o enojo. Es posible que se superpongan los síntomas de más de un trastorno emocional, y que se den cambios rápidos e inesperados de estado de ánimo y arrebatos emocionales. Los adolescentes más jóvenes también pueden desarrollar síntomas físicos relacionados con su situación emocional, como dolor de estómago, dolor de cabeza o náuseas.

A nivel mundial, la depresión es la cuarta causa principal de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años. Y la decimoquinta entre los de edades comprendidas entre los 10 y los 14. La ansiedad es la novena causa principal entre los adolescentes de 15 a 19 años, y la sexta para los de 10 a 14. Los trastornos emocionales pueden afectar profundamente al rendimiento académico y la asistencia escolar. El retraimiento social puede exacerbar el aislamiento y la soledad. En el peor de los casos, la depresión puede conducir al suicidio.

Trastornos del comportamiento infantil

Son la segunda causa principal de la carga de morbilidad entre los adolescentes de edades comprendidas entre los 10 y los 14 años, y la undécima entre los de edades comprendidas entre los 15 y los 19. Cabe incluir entre ellos el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (que se caracteriza por la dificultad para prestar atención, el exceso de actividad y el desprecio por las consecuencias de las propias acciones, en un grado no apropiado para la edad de la persona) y los trastornos de la conducta (que presentan síntomas como los comportamientos destructivos o desafiantes). Los trastornos del comportamiento infantil pueden afectar a la educación de los adolescentes y llevar a comportamientos delictivos.

Trastornos alimentarios

Aparecen habitualmente durante la adolescencia y el principio de la edad adulta. Son más comunes entre las mujeres que entre los hombres. Afecciones como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracones compulsivos se caracterizan por la adopción de comportamientos alimentarios perjudiciales, como la restricción de calorías o el atracón compulsivo. Los trastornos alimentarios son perjudiciales para la salud y, a menudo, coexisten con la depresión, la ansiedad y/o el abuso de sustancias.

Trastornos con síntomas de psicosis

Emergen más comúnmente a finales de la adolescencia o principios de la edad adulta. Los síntomas de la psicosis pueden incluir alucinaciones o delirios. Tales experiencias pueden afectar gravemente a la capacidad del adolescente para participar en la vida diaria y la educación. Y, en muchos casos, llevan a situaciones de estigmatización o a violaciones de los derechos humanos.

Suicidios y autolesiones

Se estima que 62 mil adolescentes murieron en 2016 como consecuencia de autolesiones. El suicidio es la tercera causa de muerte entre los adolescentes de mayor edad (15 a 19 años). Cerca del 90% de los adolescentes del mundo viven en países de ingresos bajos o medianos, y más del 90% de los suicidios de adolescentes tienen lugar entre los que viven en esos países. Los factores de riesgo para el suicidio son muy variados, e incluyen el uso nocivo del alcohol, los abusos durante la niñez, la estigmatización de la búsqueda de ayuda, los obstáculos para recibir atención y el acceso a medios para llevarlo a cabo. La información recibida a través de los medios digitales sobre comportamientos suicidas es una preocupación emergente para este grupo de edad.

Comportamientos de riesgo

Muchos comportamientos de riesgo para la salud, como el uso dañino de sustancias o las prácticas sexuales de riesgo, comienzan durante la adolescencia. Los comportamientos de riesgo pueden responder a una estrategia inútil para hacer frente a la mala salud mental, y además tener efectos muy negativos sobre el bienestar mental y físico del adolescente.

En todo el mundo, la prevalencia de los episodios de ingesta masiva de bebidas alcohólicas entre los adolescentes de 15 a 19 años fue del 13,6% en 2016; el riesgo más elevado correspondió a los hombres.

El uso de tabaco y cannabis son preocupaciones adicionales. El cannabis es la droga más consumida entre los jóvenes, en 2018 aproximadamente el 4,7% de los jóvenes de 15 a 16 años la habían consumida al menos una vez. Muchos fumadores adultos consumieron su primer cigarrillo antes de los 18 años.

La comisión de actos violentos es una conducta de riesgo que puede aumentar las probabilidades de que la persona tenga un bajo rendimiento educativo, sufra lesiones, participe en delitos o muera. La violencia interpersonal fue clasificada en 2016 como la segunda causa de muerte entre los adolescentes de mayor edad.

Estrategias de prevención

Las intervenciones de promoción de la salud mental de los adolescentes van orientadas a fortalecer su capacidad para regular sus emociones, potenciar las alternativas a los comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia ante situaciones difíciles o adversidades, y promover entornos sociales y redes sociales favorables.

Estos programas requieren un enfoque que abarque múltiples niveles y varias plataformas de difusión —por ejemplo, los medios digitales, los entornos de atención médica o social, las escuelas o la comunidad—, así como diversas estrategias para llegar a los adolescentes, en especial a los más vulnerables.

Tratamientos tempranos

Es crucial abordar las necesidades de los adolescentes que padecen trastornos de salud mental definidos. En el caso de los adolescentes es clave evitar la institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar los enfoques no farmacológicos y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos. El Programa de acción para superar las brechas en salud mental ofrece orientaciones basadas en pruebas científicas para ayudar a personas no especialistas en la materia a detectar mejor los trastornos mentales prioritarios y brindar apoyo a las personas que los padecen en entornos con pocos recursos.

Fuente: Organización Mundial de la Salud. 

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