La psicóloga Belén Tapia es una investigadora perspicaz. De las que miran el entorno, sienten el interior y consideran las interacciones. En 2017 hizo un viaje por Latinoamérica que desencadenó en una necesidad por profundizar en el bordado feminista.
Muchos saberes fluyen desde el bordado feminista. Lejos de considerarlo un oficio doméstico que anula la voz de las mujeres, Belén Tapia de la Fuente lo vincula con la disidencia. Ella es la creadora de la cuenta de Instagram @BordaLaLivre, un espacio de utilización del textil como práctica de recuperación del “cuerpo-territorio”, un concepto derivado del feminismo Latinoamericano. Y es parte de la cooperativa @prismafeminista, que busca espacios laborales inspirados en un nuevo paradigma social; y de @desbordandofeminismos una red de bordadores desde México hasta Chile.
“Yo soy psicóloga comunitaria y llevo casi 10 años trabajando en esto”, explica Belén Tapia. Su tesis del magister «Entre bordar y ser mujeres: habitar el cuerpo a través de los hilos» (Universidad de Chile, 2019) le permitió establecer un diálogo entre espacios que quería unir. Por una parte, la psicología comunitaria y los feminismos del sur, y por otra, las prácticas textiles, específicamente el bordado. Gracias a esa experiencia obtuvo una beca para estudiar investigación feminista en la Universidad Complutense de Madrid, durante seis meses.
Infancia y territorio
¿Cómo comenzó este torbellino de experiencias, disertaciones y encuentros que ocupan la agenda de Belén y le dan cabida en conferencias, seminarios y congresos para que hable del bordado feminista? “Vengo de una familia textilera”, relata. “Mi abuelo materno era sastre y mi abuela materna era bordadora, costurera y tejedora, las hacia todas. Y aunque en mi familia siempre estuvieron presentes las habilidades textiles, no era relevante visibilizarlo. En 2015 lo retomé, acompañada por las compas feministas, donde una se pregunta por las ancestras. Y reconocí que el territorio textil era parte de mi historia y mi genealogía”.
Te puede interesar: Nadia Yáñez, una grafitera con máquina de coser
Desde ese vínculo personal y familiar, Belén Tapia desarrolló inició un periplo por experiencias ajenas que le llevaron a la necesidad de comprender y reflexionar. “En 2017 viajé con mi bolsito de bordado durante un año. Me empezó a pasar que la gente quería aprender a bordar y ahí apareció el primer taller para reflexionar sobre lo que significa ser mujeres a través de la actividad textil. Luego los repetí por diferentes ciudades de Latinoamérica». También nació @BordaLaLivre” y se encendió la necesidad de comprender el trabajo textil femenino como objeto de investigación académica.
El bordado feminista del Abya Yala
Por esa razón cuando Belén inició su tesis de magister, ya tenía un conocimiento investigativo en terreno. “Fue validar toda mi experiencia como investigadora espontánea”, dice emocionada. ¿Cómo lo hizo? “Invité a nueve bordadoras feministas del Abya Yala”, señala como entrada para explicar su investigación. El “Abya Yala” es el término con que los Indios Cuna (Panamá) llamaron al continente americano. Este concepto es trascendental porque permite recordar que América continente tiene prácticas muy antiguas, anteriores a la colonización.
“Levanté la información en 2020, en plena pandemia. Bordé una invitación y se la envié a compañeras en Colombia, Bolivia, Argentina, Perú, Ecuador y Chile. Algunas eran parte de colectivos feministas y otras no. Todas aceptaron y nos juntamos en dos encuentros que llamé Círculo de Bordado, que es una propuesta que surgió a través de mi experiencia bordando con otras, y que desarrollo a partir de lo que he visto que pasa cuando nos juntamos a bordar”.
Resulta interesante que la investigadora se puso en primera persona y exteriorizó su propio proceso. “Hice un cuaderno de campo donde iba escribiendo cada una de las sensaciones que me pasaban cuando bordaba con las otras. Revisé mis bordados con las mismas categorías que revisé los de ellas. Utilizamos juntas el textil como un modo de registro de la experiencia cotidiana, que no es una novedad mía, es algo que vienen haciendo las mujeres y los pueblos desde hace muchísimo tiempo», dice. De hecho, su tesis tiene un recorrido histórico por diferentes prácticas de hacer textil de pueblos antiquísimos, y menciona atuendos como los encontrados en las momias Chinchorro, encontradas en el norte de Chile y consideradas las más antiguas del mundo.
¿Qué buscaba y qué encontró Belén Tapia en la madeja del bordado feminista? “Me interesaba cuestionar la presión de la que somos parte las mujeres disidentes, y las personas en general, producto del sistema patriarcal. Propongo hacer dialogar diferentes disciplinas que no se encuentran o se encuentran poco (una clase de medicina, un seminario textil), para promover lo que es común. ¿Qué es lo común?”, se pregunta la investigadora. Y continúa su indagación: “¿Cómo entendemos eso común?, ¿Cómo buscamos eso común? ¿Y cómo el textil, en este caso, facilita ese encuentro común?», señala. En su análisis encontró que hay prácticas muy cotidianas que a veces son invisibilizadas y que facilitan precisamente este elemento de «lo común». «Eso genera comunidades recíprocas -concluye- espacios dialogantes que se van transformando, que son flexibles para que todos y todas tengan cabida».
Conoce más sobre el trabajo de Belén Tapia de la Fuente a través de las redes en IG: @BordaLaLivre – @prismafeminista – @desbordandofeminismos