Dra. Yamila Mudarra. Médico Pediatra y Nutróloga, con Especialización en Nutrición, Crecimiento y Desarrollo.
Microbiota es una palabra extraña, que no teníamos en el vocabulario hasta hace muy poco. Sin embargo, cada vez escuchamos más sobre ella. En esta era de la información rápida, donde las noticias se expanden en segundos —incluidos los conocimientos importantes—, terminamos con ideas superficiales de muchos temas. Así, se cuelan en nuestras conversaciones términos como Bioma, Disbiosis, y, en la base de todos ellos, la Microbiota.
¿Qué es la microbiota y por qué todos hablan de ella?
Empecemos por definirla: la microbiota no es más que todos los microorganismos (bacterias, virus, protozoarios y hongos) que viven en el cuerpo humano.
Las más estudiadas son las de la piel, el sistema digestivo, el sistema urinario, y más recientemente su conexión con el Sistema Nervioso Central, a través del Eje intestino-cerebro, que influye en nuestras emociones y comportamiento (1).
Se estima que 100 billones de microorganismos habitan en conjunto con nosotros (2). Incluso, algunos estudios afirman que tenemos más microorganismos que células humanas. Y no hay motivo para alarmarse: esto es completamente normal.

Podríamos decir que compartimos con ellos una especie de matrimonio simbiótico, una convivencia única y diferente en cada persona, casi como una huella digital microbiana (3).
Y como todo matrimonio, requiere cuidado, equilibrio y buena fortuna.
“A este matrimonio debemos procurarle la buena fortuna.”
Algo nuevo, algo viejo, algo prestado
Aquí entra en juego una frase tradicional de las bodas inglesas: “Algo nuevo, algo viejo, algo prestado”, que simboliza la buena suerte para la nueva familia. Vamos a evocar esa frase para explicar cómo evoluciona la microbiota.
Algo viejo: lo heredado de nuestros ancestros
Una parte de nuestra microbiota se hereda. No por transferencia directa, sino a través de los genes.
Un estudio realizado en el Reino Unido con más de 1.000 gemelos (2016) demostró que existen especies de bacterias heredables, vinculadas con las preferencias alimentarias, el metabolismo y la defensa inmunológica (4).
En este sentido, “algo viejo” viene de nuestros antepasados y forma parte de nuestra historia biológica. No podemos modificarlo: se hereda lo que se hereda.

Algo prestado: lo que recibimos de nuestros padres
También tenemos “algo prestado” de nuestros padres. Una parte importante de la microbiota la obtenemos al tragar líquido amniótico, que contiene fragmentos del ADN de las bacterias intestinales maternas.
Ese proceso ayuda al feto a familiarizarse con las bacterias que lo colonizarán (5).
Otra parte proviene de la flora vaginal durante el parto y de la lactancia materna. Investigadores daneses descubrieron más de 10.000 especies de virus en la microbiota infantil, muchos nunca antes descritos (6).
No hay razón para temer: el 90% de estos virus son aliados, capaces de transferir genes a las bacterias y mejorar su función.
El padre también aporta: no solo con sus genes, sino como fuente estable de cepas bacterianas para el bebé. Su contribución se vuelve comparable a la de la madre después del primer año de vida (7).

“Toda pareja que asuma la responsabilidad de tener hijos debe también optimizar su microbiota antes y durante la gestación.”
Algo nuevo: la microbiota puede cambiar
La microbiota no es estática: evoluciona y cambia a lo largo de la vida.
La carga que heredamos y nos fue prestada puede enriquecerse o empobrecerse, dependiendo de nuestra rutina.
Hay factores que no podemos controlar, como las infecciones, la calidad del aire, o la presencia de microplásticos en el agua. Pero hay otros que sí dependen de nosotros:
- La calidad y variedad de los alimentos
- El descanso y las horas de sueño
- La gestión del estrés
- El contacto con la naturaleza
Estos hábitos pueden mejorar o dañar nuestro ecosistema interno.

Conclusión: un llamado a cuidar la relación con nuestra microbiota
Mi intención al hablarte de este “matrimonio invisible” es invitarte a conocerlo, a reconocer que vive dentro de ti y a cuidarlo desde la rutina.
En tiempos donde la información abunda pero muchas veces es incompleta o sesgada, mi propósito es simplificar y compartir contigo lo que la ciencia va descubriendo sobre este universo diminuto que habita en nosotros y nos define.
Gracias por tomarte tu tiempo en leerme. — Yamila
Bibliografía consultada
- Miller I. El eje intestino-cerebro: reflexiones históricas. Microb. Ecol. Health Dis. 2018;29:1542921.
- Kho ZY, Lal SK. The Human Gut Microbiome – A Potential Controller of Wellness and Disease. Front Microbiol. 2018 Aug 14;9:1835.
- Ley RE, Peterson DA, Gordon JI. Ecological and evolutionary forces shaping microbial diversity in the human intestine. Cell. 2006 Feb 24;124(4):837-48.
- Goodrich JK, et al. Genetic Determinants of the Gut Microbiome in UK Twins. Cell Host & Microbe. 2016;19(5):731.
- Kaisanlahti A, et al. Maternal microbiota communicates with the fetus through microbiota-derived extracellular vesicles. Microbiome. 2023;11(1):249.
- Shah SA, et al. Expanding known viral diversity in the healthy infant gut. Nat Microbiol. 2023;8(5):986-998.
- Dubois L, et al. Paternal and induced gut microbiota seeding complement mother-to-infant transmission. Cell Host Microbe. 2024;32(6):1011-1024.





