Sus personajes largos, delgados e introspectivos son caminantes audaces. Desde las paredes de un viejo molino, los portones de una casa antigua y un muro abandonado, pasaron a una sala de exposiciones y al mundo digital. Son los “humanoides” de Canela Campos. Una ilustradora del norte de Chile que estudia la conexión del hombre con el entorno. Para ella La Araucanía ha sido una gran inspiración.
Bajar digueñes, tejer lana, arrear bueyes y sentir la energía de las araucarias son acciones propias del sur de Chile. Canela Campos se maravilla ante estas escenas y las ilustra. Su serie de doce piezas “Sur Ilustrado” es un maravilloso álbum de escenas cotidianas. Fue expuesta en enero de este año en el Centro Cultural Municipal de Villarrica, como proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (Fondart) 2019.
En este trabajo el tema recurrente es la “conexión”. “Dibujo la conexión con lo real, con la materia viva. Veo que aquí (en el sur) estamos rodeados de lo vivo. Aquí hay pasto, agua que fluye, que corre, que avanza. El volcán está ahí. Eso no es lo que pasa en Santiago ni en el norte, que no hay agua y ni pasto tampoco”, cuenta.
¿Cómo llegó esta joven de 28 años, graduada en Diseño Digital Publicitario del Instituto Santo Tomás, a crear sus personajes y estructurar un lenguaje tan peculiar? Llegó a través de tres condiciones. Amor e interés por la ilustración desde muy joven. Empatía y un gran poder de observación. Constancia y valor ante los desafíos, aunque éstos no ofrecieran recompensas económicas.
Los humanoides de la Kote
A Canela le dicen por cariño “la Kote”. La conocen en muchas partes: como la joven que pinta paredes, la niña que tatúa en la playa, la artista que expone. Ella se reconoce ligera de equipaje. Anda en bicicleta y se confiesa distraída. Aunque siempre, de manera intuitiva, interpreta lo que ve alrededor. De ahí que logra recibir la conexión de las personas con su entorno. Y pueda dibujar a la mujer que lleva leña a su hogar, a la embarazada que protege su espacio personal, y a la pareja que se da la espalda, buscándose.
“Por decirte algo, si tuve un mal día me es más fácil dibujar a una persona que tuvo un mal día. Por eso dibujo estos personajes. Los «humanoides», les digo yo. Son como unos curcunchos, unos flacos, no son cien por cierto fieles a la figura humana, pero son una forma de expresarme. El espectador dice «Ah, puedo entenderlo a él porque se parece a mí». Siento que funcionan para dar un mensaje, porque ese es el fin de todo, dar un mensaje”, expone Canela.
Casi siempre su personaje es una mujer y está sola. Aunque muchas piezas muestran parejas. Y unas pocas tienen grupos de personas. «Da la casualidad de que cuando estoy en pareja dibujo parejas, y cuando estoy sola, dibujo personajes solos. Lo que hago es lo que siento”, señala.
Con decir “lo que siento” no se refiere solo a los personajes, sino también al contenido de sus obras. “Si me dices: Kote tengo un encargo, quiero que hagas una obra para una empresa, es muy probable que no me salga nada. Porque yo no siento empatía con la empresa, no quiero ayudarlos tampoco. En cambio, cuando se trata de mí, como que es más fácil leerme y trabajar sobre lo que yo siento”.
Pintar sin fin ni lucro. Pero pintar para Canela
Hay un mochilero de nariz larga, tumbado de guata, que lee bajo la luz de la vela. Se le ve a diario en la pared del viejo molino de Villarrica, al final de la calle Aviador Acevedo. Canela Campos lo dibujó en blanco y negro, aunque ya un grafitero anónimo le dio un tono de color.
Es la obra de arte urbano más grande de la artista y la hizo en honor a los mochileros. “Ya no me pertenece, dejó de ser mío. Lo pueden rayar, pintar de nuevo, botar el muro… ya pertenece a la comunidad”. Lo único que lamenta, y mucho, es que la frase escrita con spray rojo tenga un error ortográfico.
“Fue un capricho porque yo siempre quería pintar un muro grande. Le pregunté al encargado del molino y llegamos a un acuerdo. Lo hice con recursos míos. A la gente le llama la atención que yo pague por hacer mi trabajo. Cuando lo estaba pintando pasaba la gente y me decía «Pero tienes que cobrar» y yo les decía «Quizás a usted le guste ir al cine o comprarse ropa y se gasta cien lucas al mes en eso. A mí me gusta pintar porque no puedo gastar esas cien lucas en pintar y regalarlo. Bueno, sería ideal que me pagaran, pero si no se puede…”
La técnica usada en este mural es pintura de látex con rodillo en las zonas grandes y brocha para el delineado y los detalles. El spray únicamente se usó en las estrellas del cielo y para dibujar la ciudad. Lo que llama la atención es que se trata de una obra en blanco y negro. “Es por recursos en realidad. De hecho, la estética de mis últimos trabajos es en blanco y negro y escala de grises. Pero es por un tema de economía. Compro blanco y negro, y mezclo”. Así, sin pleitos con la vida, evoluciona Canela Campos.
De los plumones al engrudo
El crecimiento como artista fue paulatino para Canela Campos. “Siempre tuve la inquietud por el grafiti. Me gustaba mirarlo, desde el colegio. Andaba siempre con plumones en la mochila. En un momento conocí a alguien que pintaba grafitis con spray y aluciné. Le dije que por favor pintáramos juntos, que me enseñara. Después uno va buscando su propio camino. Empecé a pintar muros pequeños en la casa de mi abuela, en la cancha de la casa, siempre muy cerca hasta que agarré confianza”.
Estos primeros trabajos están en Calama, donde vive su familia. “A veces los voy a ver y me da risa”, confiesa. “Con el tiempo van desapareciendo, la gente los borra o bota la pared porque van a hacer un edificio, eso pasa mucho. Hay una salitrera cerca de Calama con unos muros de adobe, donde pegué unos engrudos”.
La técnica del engrudo es la más temporal de las maneras de pintar un mural. Consiste en trabajar con papel mantequilla (o papel del diario), recortarlo y luego pegarlo en la pared escogida. “Yo hago un mantel gigante de papel, lo pinto, lo corto por el borde, por la forma del personaje, y lo llevo al muro donde lo quiero poner. Lo pego con un engrudo que es como de harina con agua. Eso es muy efímero porque llueve y se va”.
Las obras de Canela Campos han visto luz también en varias ciudades de Chile y Argentina, entre ellas Santiago y Córdoba. “En Buenos Aires estuve pintando con tiza en el suelo. Eso es aún más efímero porque lo pintaba en la peatonal, en Florida con Lavalle. Desaparece en un día o dos”.
Conozca las obras de Canela Campos
Visite el perfil de la artista: @canelacampos Allí hay un registro fotográfico de las tres obras murales que tiene en Villarrica y otras ciudades. Así como de anécdotas de sus viajes, páginas de sus cuadernos y episodios de su vida. Vea el video de su intervención frente al Museo de Bellas Artes en Santiago, en apoyo al Movimiento Feminista de Chile.
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